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Modulator II - Slivered Hearse

De los creadores de Druggy Pizza y 2/3 de Dusty Mush, aka Cédric Bottacchi (voz, batería, sintetizador modular) y Romain Duplessier (guitarra), nace Modulator II, completando el cuarteto francés el guitarrista Benjamin Firtion y la bajista Maëlle Puligny, los cuales sacan todo su arsenal pirotécnico en su álbum debut homónimo, via Stolen Body Records, empezando el espectáculo 'The Big Crunch', una dulce ola de fuzz que deja entrever un rock cargado hasta las trancas de garage emancipado, cuya psicodelia se alía con el punk lo-fi de los vocales de Cédric, animando con su desesperación a alcanzar un caos territorial que se pega un viaje de LSD trastornado por una bajada de frecuencias de ultratumba que les lleva a empezar de nuevo, aunque ahora el escenario es Woodstock del 69, de ahí que el rayo lisérgico de su sonido marque un antes y después, sufriendo una 'Modulation' interplanetaria que en directo debe estallar en un pogo legendario, ya que no existe otra forma de concebir el sentimentalismo atronador con el que la espacialidad de sus modificaciones instrumentales impactan una y otra vez en la mente.

'Uncanny Valley' encarna el espíritu disociado de The Glücks y lo explosiona una y otra vez hasta convertirlo en una oda armonizada de noise experimental cuyo fin se conjuga con el movimiento garagero cincuentón de 'Stopover Commamnder', aunque en su fase final el stoner rock se hace con el todo de un espacio espectral que vuelve por sus fueros con'Gray Matter', descarrilando gracias a que en la banda no conocen el significado de pureza, constante que se repite en 'Solarized', ya que aunque el tema empieza con las aguas calmadas, les es imposible ocultar la fuerza interior que les ha llevado hasta aquí, así que el toque mágico se traduce en hacer comulgar los 60's y los 70's, y llevar ambos en volandas hasta un punto de no retorno.

La lírica de 'Extinction' y su antecesora les hace poner los puntos sobre las ies de la situación actual que vivimos, poniendo su grano de destrucción masiva con una algarabía que mantiene el entorno a su favor, siendo 'Odd Harmonic Partials' la pausa sintética antes de que la correría de juergas del tema que da nombre al álbum, remate la jugada final con una apología a lo que sería su forma de ver la muerte, entonando por última vez toda la magia de (Thee) Oh Sees, King Gizzard & The Lizard Wizard y Ty Segall.