Viva Belgrado - Ulises

Segunda ronda de los cordobeses Viva Belgrado tras "Flores, Carne", un debut en largo a finales del 2014, en donde las sensaciones intensas recorren un post-rock que deja a Cándido deleitándonos con sus vivencias de cada día, los pensamientos que se asocian a ellas y el amor, el gran recurrente de sus canciones, manteniéndose el formato en "Ulises", publicado por Aloud Music, Walking Is Still Honest y Tokyo Jupiter Records.

En 'Calathea', el propio Cándido y Pedro, los cuales unen fuerzas con sus guitarras, con este último a la vez compartiendo el rhodes con Ángel, siendo Álvaro el encargado de la batería y demás instrumentación de percusión, vuelven a imprimir su sello, ese de vociferar al máximo sus consignas, para luego esclarecerlas al micrófono cual trovador, fluyendo el post-rock en la instrumentación, el emo en las letras y hardcore y punk en los vocales.
La rapidez de los movimientos de 'Pleiades/Pasaportes' fluye al son del cómo transcurre la historia jamás contada del mismo, llenándose el espectro sonoro de un espacio vacío de oxígeno que solo permite caer, tropezando en 'Por La Mañana, Temprano' con la misma piedra, los recuerdos que azotan una mente llena de vida que se escapa sosegadamente como el aliento de 'Aeropuerto' por su boca.

El sonido de Miss Cafeína y su 'Capitán' en versión hardcore se cuelan en los anales de 'Érida' sacando toda la furia que llevan dentro, esa donde la razón no puede más que el corazón, viviendo 'Annapurnas' en esa depresión soñadora, a ritmo de rap nacional, con los ritmos asonantes de sus quehaceres quedándose en palabras, con las acciones muy lejanas como para poder cambiar y hacerlas realidad.

'Transatlántica' acepta que el rock está ahí, aceptando que éste no sea atronador para llevar la razón, y eso duele, tanto que se vuelve insoportable, deseando desaparecer del mapa para encontrar así la paz buscada, pero ahí está 'Fresas Salvajes', para actuar como la madre que hace que su hijo nunca claudique.

'Apaga La Llum' encuentra su momento más intimista a través de los punteos de guitarra y de la voz arropada por la batería cual perro fiel, incrementando su presencia a medida que el dream-pop de su lírica va acrecentando los miedos provocados por las cuerdas de 'Cassiopeia/Contraluces', ahogando las penas en 'Ravenala', al tiempo que la vida pasa delante de sus ojos como método de liberación de la misma.