Los tentáculos de Pig Frenzy se extienden hasta tocar Forbidden Wizards, la otra banda de Amber MacLean, la cual ahora, aparte de ponerle voz y voto al grupo, entona las cuerdas de la guitarra en vez de las del bajo al que nos tenía acostumbrados, del que aquí se encarga Ross (el otro MacLean), acompañándoles Tom van Garderen a la batería, luciendo todos palmito con tres referencias hasta la fecha, donde mezclan punk rápido, garage desorbitado, hardcore y noise, engatusando al personal con temas como 'George Costanza', hit de destiempos que encierra en su ser una apoteosis satánica que osa hacer vibrar los cuerpos de sus seguidores al rociarles de una oscuridad banal en 'Shooting Blanks', con la que muestran las verdaderas intenciones de la banda, dispersarse por la noche para que así 'Kramer' o 'Urge To Splurge' causen el mayor de los estragos en su Rotterdam natal.
Su evolución personal choca con el lo-fi de sus grabaciones, pero es que es ahí donde encuentran el espíritu de The Devils que el trío necesita para escupir su lírica y música por los altavoces, mecánica cuántica que se sirve en frío como medida de prevención para evitar males mayores y abrir sus horizontes a 'Ned' y su despiadado fuzz, el cual intenta controlar los cambios de marcha de 'Nosferatool', dejando incapacitado con ello a un rock de armas tomar que en su puesta de largo, hace uso de todas las décadas posibles, optando por los 70's descaradamente hasta que 'Pep Silvia' pone punto y final a esta juerga sin dios sublevada a todos los rincones de la ciudad.
Su última penitencia en curso, "It's Always Sunny On The 3rd Rock From The Sun", altera los ánimos hasta llevar su descontrol a límites insanos de lugubridad sonora, mostrándose Amber poseída al micrófono, mientras sus dos secuaces preparan un monstruo que en 'Top Knife' llega a la hipocondriosidad, ya que a partir de ahí, léase 'Nightmare On Dick St.', uno no sienta la estrecha relación cuerpo-alma como suya, y circule sin control por el pogo preparado para la ocasión, convirtiéndose en la encerrona perfecta para que 'Fight Milk' se devore a sí misma y acabe con este círculo vicioso de intrascendencia terrenal.