Suiza cuenta en su haber con una de las joyas de la corona del noise hardcore de vocales punk, YC-CY, quienes en 2017 publicaron su primer álbum, "Todestanz", donde el cuarteto hace gala del estilismo mencionado, además de adentrarse en territorios más comunes en los que impera el (stoner) rock, garage electrificado por las cuerdas o el dream-pop desfigurado de DIIV, metabolizando una coreografía bailable con la que la dureza de su discurso instrumental es más asequible, aunque los momentos iracundos florecen en cada curva del 12", así como la pesadumbrez de la lírica, la cual lidia con la paz sintética a la que arrojarse al vacío de "Béton Brut", segundo álbum de estudio en el que la acidez y la distorsión no encuentran consuelo entre ordas de fuzz y ruido sempiterno, maleza a contracorriente que rema a favor de furia inyectada en sangre que militarmente, pone a sus fieles en consonancia con el tono reivindicativo de su música, utilizando técnicas de confesión que de otra tesitura serían consideradas ilegales, como apostillar por un post-punk y new wave oscurantistas en su recién estrenado LP, "Every Time I Close My Eyes", mostrando una cara inédita que les va como anillo al dedo, a la apr que bloquear cualquier actividad cerebral que intente entender un cambio en el que los chillidos son relevados de sus funciones y han pasado a marcar un camino de ultratumba, permaneciendo como constante vital el sufrimiento de su discurso, yendo del más allá al más acá cuando la batuta de la instrumentación, en primera línea de playa, se lo permite, ahogando así sus penas en unos 80's technificados a propósito.
