La espontaneidad instrumental del (ahora) cuarteto GEISHAS OF DOOM, mete a cualquiera en una jam session sufragada gracias a una complejidad estilística hecha a imagen y semejanza de un punk garagero, fantasmal, lo-fi y ruidoso, que se divide, a día de hoy, en dos volúmenes, titulados ambos "Sick Music For Sicker People", avasallando 'Powers That Be' en el primero de ellos con una lava que se lleva por delante todo lo que pongan, con unos riffs propios de Woodstock del 69 que siguen acuchillando el resto de cuerdas cuando las principales no han hecho más que empezar, de ahí que la locura se apodere de 'Manic Thoughts', siervo catalítico de un espíritu setentero que líricamente, vomita y escupe sus ideas en dos tiempos, por si la primera vez no ha calado hondo, obra de un Jeroen Ligter al que apoya Pieter Holkenborg en la sombra, encargándose ambos indistintamente de la guitarra y la batería, dejando que Jan Petit haga lo propio con el bajo, para 'Send Them All To The Hell' sin retorno, quedándose allí también 'The Best I Can', superlativa y envenenada a partes iguales, buscando pogo y crowdsurfing para terminar de desfasar, entrando también al trapo, 'Dead End Path', poniéndose siniéstramente post-punkeros al micrófono, protagonista total de un remanso de paz rockero, el cual, en silencio, torna sintéticamente hacia el caos, entrecortando sus palabras para que la psicodelia activa de 'Nowhere To Go!', tenga un efecto psicotrópico maleducado y de reverberación trashiana.
La segunda parte cambia la película sensiblemente, algo que 'Into The Muck' revela a cuentagotas, escenificando una base pausada para lo que ellos son, a la que dotan de un precipicio catártico basado en una oscuridad ostensible que empieza un viaje a los infiernos que 'Where It Ends' no se va a perder, sanación a la que también contribuye Rense Slings, valiendo tanto para un roto como para un descosido, a parte de añadir un xilófono al éxtasis sonoro de 'No More Lies', la cual se vuelve a retorcer en el pasado, escenificando con sangre bucal mientras lleva sus cuerdas a otro nivel, provocando la muerte de 'Zookeepers' entre una plácida distorsión antes de que se arranque la piel a tiras, ayudado aquí por el sentimentalismo sónico y tétrico por el que todo se ha vuelto menos dócil, algo de lo que se nutre 'On Your Own', vivendo ya en un mundo paralelo a la realidad al tiempo que 'Wasteland' tampoco se aleja de este tópico celestial, bailando y floreciendo sus rituales antes de dar la puntilla con 'Police State', cuyo afán de saturación se asoma a los estándares holandeses de la banda, quienes hacen sonar la alarma para cobrarse una última venganza.