75 años y James Newell Osterberg, Jr aka Iggy Pop, evidencia en su nuevo álbum, "Every Loser", via Atlantic Records, que todavía tiene cuerda para rato, como así demuestra el apocalipsis satánico que es 'Frenzy', directo a la yugular con un rock garagero que respira viejos tiempos y aullidos al cielo para marcar territorio, siendo una constante descarga de adrenalina, potenciada al máximo y con el orgullo punk de unos vocales con los que alcanzar una locura fuera de manual, que para paz sonora y sensibilidades líricas ya está 'Strung Out Johnny', reinsertando en su haber la iguana solitaria, esa que le hizo fuerte ante las adversidades y las derrotas sobreproducidas, marca de la casa que encuentra en 'New Atlantis' la tranquilidad evasiva del spoken word y un balance instrumental que da alas a 'Modern Day Rip Off', la cual agita la coctelera nuevamente con una rabia incontenida que lanza su propia bomba atómica, con la que levanta, más si cabe, una admiración del resto para con él, desgañitándose hasta adherir a su carácter un vomito deje de los 70's a su alrededor, ganándose con ello y 'Morning Show', a la radio americana, siendo 'The News For Andy' su pausa publicitaria particular.
Ajeno a todo ello vive 'Neo Punk', cuya confrontación con la brutalidad, supone una conducción sin frenos ante una fertilidad drogadicta ceñida al cuero de sus pantalones y al guión de la inmoralidad en plena efeverscencia, alcanzando una velocidad endiablada gracias a su afán de superación y a la adaptación del s. XXI a su música, que no viceversa, marcando 'All The Way Down' la hora de mover el esqueleto, bajando lo justo al pistón para que el rock oscurantista, por el que resbala aceite sudoroso, sea beatificado en la iglesia de Woodstock del 69, revereberada, para más inri, algo que provoca que 'Comments' siga envalentonándose, eso sí, desde una perspectiva post-punkiana, como de cuentacuentos de lujo macerado en el paseo de la fama de 'My Animus Interlude', palpitando como moneda de cambio de 'The Regency', balada que reconvierte su estado a aquel en el que habla el animal que lleva dentro, desde un redil más poppy por aquello de mudar la piel a su antojo.