El cuarteto de Eindhoven publica su álbum debut, "Ha-Satan", reflejando fielmente el revuelo al que estuvo rodeado su actuación en el Eurosonic Noordeslag Festival, donde dejaron constancia que lo suyo es la música en directo, haciendo partícipe al público de todas la maneras diferentes, léase, su cantante alias Jasper Gave mimetizado con sus fieles entonando sus plegarias líricas, o bien dejándose querer él mismo con un crowdsurfing para convertirse en su Dios, con tiempo suficiente para luego abrazarse a ellos sonando de fondo el rock británico que sus colegas van desplegando guitarra (el propio Jasper y Mats van den Broek), bajo (Chris(topher) Sparks) y baquetas (Jeroen Cremers) en mano.
'Bored Lonely' empieza con un ritmo de cantautor que apela a la lírica familiar antes de revelarse contra ellos al sacar su lado más noventero, sin florituras que enmascaren algún sonido con los que Nirvana se verían realizados, pero no del todo identificados, contrariando así a 'Dog On' y esos vocales grungeros capaces de sacar una sonrisa a Kurt Cobain allá donde esté.
Con su cruzada abierta de par en par, 'Bedroom Pictures' destila alcohol a raudales que le hace circular a la misma velocidad con la que lo hace Circa Waves, con las cuerdas en alto para que cada uno saque el bailarín/a que lleva dentro, bajando un poco el ritmo 'Forty Four' para que aquellos que acordonan la pista de baile salten a ella, cerveza en mano, y así disfrutar en amor y compañía de ramalazos que transportan a cualquiera cuatro décadas anteriores a la actual, con 'Richie White' Fenestra en su papel de cazatalentos, mostrando los holandeses que podrían haber sido los Nasty Bits de la serie Vinyl.
Caminando entre las cervezas que han encontrado su lugar en el suelo se encuentra 'Never Be',en donde Jasper hace gala de que las suyas han pasado por su estómago en grandes cantidades antes de llegar a sus cuerdas vocales, con una voz rota de amor que vive su particular momento de reflexión, viéndose perdida entre el pop rancio de 'In Space', con un tira y afloja entre las dos partes para no coquetear con lo comercial y ceñirse al rock, pero para eso hay que esperar a que 'Snakes' haga acto de presencia.
'Hate Me, I'm Weird' se ve rebasada en intensidad e hipocresía lírica por 'In My Head', poniéndose gallitos, algo psicodélicos y atrayendo la oscuridad hacia su ser, sintiéndose atraídos por los altibajos de la ostentación ochentera más aguda que las cuerdas podrían tocar cuando el micrófono queda desprovisto de cantante, con el bajo ralentizando el adiós que supone 'Death With No Cape', con la comitiva instrumental detrás ejecutando un folclore de parodia lagrimal que se aleja con la cabeza bien alta.