Headroom - Head In The Clouds

Headroom tiene los instrumentos bien puestos, y lo demuestran en su álbum debut "Head In The Clouds", via Trouble In Mind Records, predicando con el ejemplo de la experimentación más adherida al concepto de rave y libertad, de ahí que solo 5 canciones lo compongan no sea un problema, ya que el libertinaje está en el interior de ellas, montante que toma forma desde primera hora con 'How To Grow Evil Flowers', psicodelia delirante en mano que se pega un viaje largo e intenso, organizándose los de New Haven en torno a un jazz diligente que a su vez fomenta un rock pasivo que se alimenta en loop de la pedalería de las guitarras de Kryssi Battalene y Stefan Christensen, siendo el punto de sustento, creando el bajo de Was Nelson y la batería de Dave Shapiro, una portentosa desiluminación onírica mientras los barridos sonoros abstractos provenientes del omnichord de Andrea Belair se posicionan como nexo de unión de la familia, ataviándose por ello con sus mejores galas mientras la impureza del resto intentan atraerle al lado oscuro, penetrando cual Venom por la mente, moldeándola para hacerse con su control, suicidándose no voluntariamente en su final a base de un fuzz que pernocta hasta el último suspiro del tema, tambaleándose derrocado y sin aliento.

'Millers Pond' aumenta la relajación con un baile de sirenas que vive nuevamente del jazz en la instrumentación y del pop en los vocales, con las cuerdas insatisfechas hasta el punto de tener que caracolear por las entrañas de la banda sonora de la serie de Hannibal Lecter, dejando espacio para soñar con la libertad que desprendía el tema en sus inicios, enlazando el impás de su final con las prisas de 'The Second Blazing Star', las cuales se aglutinan en torno a un fuego ponderado por chispazos desatados de fuzz que pretenden despertar el letargo de brasas que puedan conformarse con los ritmos del cielo en vez de los del infierno, pretendiendo con ello retorcer todo aquello que se presente rectilíneo.

Tras la tormenta llega la calma de 'Head In The Clouds', donde el cielo azul queda al descubierto hasta que el alucinamiento hace que un helicóptero babuino recorre nuestro alrededor, dejándose ver sin ningún tipo de pudor hasta tocar tierra, donde se vuelve transparente para inmiscuirse en una maleza sintetizada basada en los 80's, con la pintura de guerra recorriendo el sudor por el nerviosismo, hasta sentir que el tema nos echa el aliento en la nuca, provocando esa agradable sensación que se evapora en el instante que uno sabe que detrás se encuentra el monstruo de Stranger Things, así que ipso facto, 'Flower Of Light' enciende la luz del día para evacuar cualquier espectro maligno y que quede solo así la paz de los primeros rayos de sol, encontrando cobijo en el manto del rock guitarrero que ahoga sus penas en alcohol, sacando toda su belleza semántica como parte de la terapia inducida en el contrato de supervivencia ajeno al que están sujetos.

Foto de Ellen Goggins