Shame acaban de reventar el mercado con "Songs Of Praise", álbum debut del quinteto, via Dead Oceans, que viene a refrendar todo aquello que la banda empezó a proponer a finales de 2016 con sus singles "The Lick / Gold Hole", consistente en una actitud que pone al frente del poder a la clase obrera, pero 'Dust On Trial', con sus riffs diabólicos está ensemismado en un amor que por mucho que el desea, no está llegando a buen puerto, lo que les hace ser igual de políticamente incorrectos que en sus directos, con una voz del más allá que solo encierra humo, de ahí la rabia de Charlie a lomos de su micrófono, pidiendo a gritos su propio encierro por la incontinencia de sus actos, capaz de todo y de nada, aumentando el vendaval a su alrededor gracias a las cuerdas de las guitarras de Sean y Eddie, las del bajo de John y las baquetas del otro Charlie, rozando una épica moral manchada de unas lágrimas que 'Concrete' trata de secar, dejando el cantante de escuchar las voces de su cabeza para mantener una conversación consigo mismo, decodificando sus sentimientos amorosos, abundando en ellos soledad, remplazo, miedo a lo desconocido, anhelo de escape y el estar herido, tanto que estalla para tener el efecto de una pastilla y así dejar de seguir cuestionándose cada paso dado, tocando fondo en 'One Rizla', consiguiendo aquí la instrumentación que su discurso victimista suene peor de lo que en realidad es, afligiendo por ese daño interno que le hace ser frío como el hielo, así que con su silencio, el rock de trazas fuzzeras se suelta la melena hasta ahogarse con su propia electricidad, haciendo escala las cuerdas en los mismo sueños que DIIV.
'The Lick' provoca un efecto contrariado, ya que a sabiendas que es una vieja conocida, no refleja el detrimento anterior, de ahí que quede en entredicho que uno pueda hablar de recuperación milagrosa, aunque el recuerdo en la introducción gracias a Joe Galarraga (Big Ups), de lo que una vez fue su vida, ayuda a que el sentido musical siga el curso de su crudeza, con un homenaje a Eminem antes de perder la cabeza al verse mimetizado en Joseph (IDLES), mientras la sangre recorre su mente, con los recuerdos de 'Tasteless' y el martirio de 'Donk' acechando su mente una vez más.
No hay forma de sacar los demonios del amor de su cabeza, cargando duramente 'Gold Hole' contra el amor basado en anteponer las pertenencias a los sentimientos, lo que hace que sus ojos echen fuego solo de pensarlo, por lo que un rock duro bañado en alcohol ayuda a que su agitación se vea acompañada de algún que otro paso de baile, con coreografía country en 'Friction' para despejar la mente y hacer ver que, aunque uno vuelva la vista atrás y todo sea oscuro, delante está su propio futuro que debe manejar con la libertad que le da esa condición, repitiéndoselo a si mismo en 'Lampoon', consiguiendo ver la luz del final del túnel en 'Angie', aunque su redención le cuesta a la banda caer en el pecado capital del mainstream.