Bad Breeding - Abandonment EP

Bad Breeding debutan en formato EP para "Abandonment", tras su dos primeros álbumes de estudio, "Bad Breeding" (2016) y "Divide" (2017), con la fuerza del cuarteto de Stevenage totalmente intacta, sacando la recortada de detrás de la barra el single que da nombre al título gracias a un rock garagerizado, fuzzerizado y, muy duro de oír gracias al ambiente hostil del estudio donde ha sido grabado, donde la guitarra de Matt, el bajo de Charlie y la batería de Ashlea, se alinean para crear una verdadera obra de terror basada en un sonido decrépito que podría patentar un método acústico de alunizaje de escaparates para las mafias, ya que la presión sonora que consiguen es de esas que los médicos aconsejan escuchar con tapones, insonorización que queda en fuera de juego cuando los vocales de Chris Dodd abandonan el vanguardismo etéreo que habían mantenido en la primera parte del tema, provocando un incendio cuyos devotos vemos con una sonrisa en la cara, aumentando a proporciones del Joker cuando 'Dehumanised' se cobra su primera víctima, el lo-fi con el que logran (más si cabe) que los vocales sean casi inaudibles, con una rapidez endiablada que las guitarras llevan a terrenos agudos con los que consiguen escupir la acidez de la sangre sobrante del pogo con el que se acorralan a sí mismos.

'Psychic Copper' es una piscina de bolas en la que Slaves se divierten zarandeando al personal que se encuentra dentro de ella, poniéndole un toque sargentil al llamar a filas los riffs jadeantes de locura venida a más a la par que el tema se olvida de estos últimos y se centra en unos redobles que ponen distancia con respecto a lo aportado por los de Kent, a la par que se convierten en los coautores de la entrada en escena de 'Complicit', la versión más explícita del disco que se tiene sobre ellos, derrochando una casuística extremista de la violencia a la que someten a su barriada cuando se muestran en público, no dejando títere con cabeza capaz de sobrevivir al mínimo de elocuencia que muestran a través del ritmo, permaneciendo invariable a la brusquedad de los cambios de instrumentación que acometen sus miembros, rayadura de cuerdas incluída, lo que supone el encendido de la misma mecha que METZ, teniendo también como cometido el marcar el devenir del siguiente disco.