Moon Pussy

Más vale tarde que nunca, dicho que le pega a mi tardío descubrimiento de Moon Pussy, trío de Denver formado por Cristina Cuellar (voz y bajo), Ethan Hahn (guitarra) y Cory Hager (batería), los cuales tienen publicado en su haber dos discarrales llenos de una experimentalidad que no se anda con chiquillas y acapara en su haber noise, fuzz y hasta momentos doom, siendo su debut "Band Meating", el que hace los honores vocales de screamo brutalizado en la persona de Cristina, con nubes y oscuros cerniéndose sobre unos temas acotados inconscientemente en el delirio universal del hardcore, conviviendo sus gritos sin escrúpulos con un garage retorcido, ensangrentado en fuzz y viciado de punk, tocados todos ellos por la varita del grunge, provocando una distorsión que se clava como astillas de madera de ese asesino psicópata cuya diversión es jugar con su víctima y vencerla a través de un retorcimiento envenenado venido de su anarquía labial, destripando el final una industrialidad aplicada a sacar su malicia, surgiendo de ella un destrozo sideral que maltrata sus instrumentos para que salga lo peor de su ser, pero con una belleza que atropella los cánones establecidos.

Su segundo disco, "Moon Pussy", via The Ghost Is Clear Records, se muestra más despreciable con la vida que les ha tocado vivir, habiendo aprendido de los errores del pasado, de ahí que su sonoridad gane enteros de fiereza, perversidad e ironía, de las que uno siempre saca provecho, sobre todo si uno lo concatena con una serie de riffs que reflejan post-rock y stoner, ambos ya parte de su cartel estilístico, no así las puñaladas traperas vívidas de intensas emociones que escapan a su control más eficiente, lleno de golpes nauseabundos que agitan el marco de su estudio y lo transforman en una catarsis apocalíptica en la que el premio gordo es sobrevivir al trash mientras su mirada se ve adulterada de ácido y resbalones embebidos del rincón más oscuro de su alma, haciéndose eco de la agitación salvaje de las juventudes y el enjambre frecuencial, los cuales abren las puertas del infierno de par en par.