The Devils - Beast Must Regret Nothing

Que la sangre empañe sus fotos, da buena muestra de lo que nos espera de "Beast Must Regret Nothing", primer disco de The Devils para Goodfellas, en el que 'Roar' hace los honores dando un repaso precavido al sonido blues rock del dúo napolitano formado por Erika (voz, batería, órgano) y Gianni (guitarra, perrcusión y coros), cerciorándose muy bien de que las bajas frecuencias reverberen junto al lobo que hay en ellos, el cual se suelta en 'I Appeared To The Madonna', confluyendo su magia garagera con una suerte de psicodelia que es machacada sintéticamente por una sucesión de los años 60, algo que entra en confrontación consigo mismos, de ahí que su respuesta más personal sea volar con el público mientras su tribalismo más primitivo le abre las puertas del infierno a 'Real Man', cuyos riffs cortan el aire a navajazos mientras la cantante rodea con su sensualidad más ida el fetichismo motero que viene de la mano de su productor, Alain Johannes (Queens Of The Stone Age, PJ Harvey,..), entrando en erupción con el punk que acontece 'Life Is A Bitch', viciando el tema de una rapidez que ni siquiera un trilero sería capaz de alcanzar, poniéndose en un nuevo escaparate nunca visto hasta ahora, resolución mortífera para un canto de sirena que tiene más vudú que nunca.

'Time Is Gonna Kill Me' es ponerse a picar piedra hasta obtener el petróleo de la locura de (Thee) Oh Sees, tan bienaventurada por ellos y refinada para que uno se haga adicto a ella, con una sobredosis letal final para la que el gospel anodino de 'Don't Call Me Anymore' no está preparada, fundición de plomos cuya etiqueta no altera el paso de 'Devil Whistle Don't Sing', a la que Mark Lanegan pone voz y voto, mimetizándose con el ambiente a través de un rito satánico que dice su última palabra cuando 'Ain't Tha Lovin' You Babe' se hace con los mandos sonoros.

La consigna de 'Devil's Tritone' es clara, aumentar la acidez de su antecesora y ponerle una mordiente que roce la agresividad activo pasiva, practicándolo mientras no le quitan a uno la vista de encima para que la aprehensión sea total, con un sadomasoquismo vocal al que 'Roll With Me' se adhiere, esta (y por primera) vez, con Gianni comandando un micrófono principal hasta ahora vetado, por el mismo o por Erika, quien sabe, acalorando la tensión del ambiente, sobre todo cuando a la jam session se aferra una electrificación construida a base de unos riffs en las que los 50's tienen mucho que decir, cierre al que se adhiere el propio Alain como cantante principal, aprovechando que las defensas vocales parecen dejar más que nunca, espacio a la experimentación al frente del estudio.