No hay ninguna banda que esté más en forma en Francia que Princess Thailand, tal y como demuestra "Golden Frames", via A Tant Rêver Du Roi Records, donde el quinteto formado por Aniela Bastide (voz), Patrick Jeanson (guitarra), Jean-Baptiste Zurbach (guitarra, teclados), Maxime de Guibert (bajo, teclados) y Jean Pellaprat (batería), abre la chistera de la distorsión dentro del post-punk con 'Blinded Fool', donde a las claras esto hace que se muestren más directos y menos condescendientes para con los demás, exigiendo esa parte del pastel que debería haber sido para ellos mucho antes, de ahí que no tengan problemas en caer con todo el equipo y subir con las altas frecuencias cordales de 'Ghost Car', dejándose de espejismos y refrendando su éxito no pasajero con una agilización pasmática del fuzz reconvertido en noise, truco de brujería que mantiene el 'Control' de esa comparación superlativa con Savages.
El tono y la forma hacen de 'Hidden Places' un tema al que recurrir cuando uno quiere retirarse del primer plano, ya que si lo que se busca es empoderarse y comerse el mundo, 'Machina' debe ser la elegida, adecuando esta su actitud a la confrontación, buscándola con ahínco gracias a esa electrificación integrada cuando la balsa de agua sonora no genera onda alguna, siendo no necesaria cuando reman todos a una al unísono, lo que enciende la bombilla del sorpasso a 'The Night's Magician', imperando la oscuridad y la tensión producida por el terror recóndito que esconde esa forma de expresión vocal, oliéndose los cadáveres que dejan a su paso y que las moscan rastrean a kilómetros, encontrando más en 'Basement' tras 'The Dispute', universal y trayendo cualquier polémica, que no se entiende de puertas del underground para fuera, al tiempo que el mosh pit les da la razón absoluta, rozando la industrialidad como método de aviso y no parando hasta que 'Endgame' hace acto de presencia, la cual hace que solo los elegidos se queden a su lado y el resto huya tras hacer saltar la alarma, algo que les da el poder necesario para que 'Imperator' se erija como el último jinete del apocalipsis que redondee su jugada maestra.
📷 Justine Dauthier