'Entwined (Street Light Buzz)' hace expirar una bocanada de post-rock alternativo antes de volver a escuchar como sus instrumentos deforman violentamente sus creaciones, algo que no supone un impedimento para que propios y extraños, sientan la pérdida como ese momento en el que nada se explica con palabras sino con emociones variables en cuestión de segundos, aceleradas o deceleradas dependiendo del recuerdo que uno evoque en ese momento, pasando '99' y mil veces, como una vorágine de fuzz y la burrería de este por dirigirse al metal y así sentirse indestructible, haciendo posible que el respetable se una a ellos en directo vocalmente a través de unos monosílabos que meten a cualquiera en vereda sustancial, algo que refuerza su posición cabeza, al tiempo que supone el pistoletazo de salida para dejarlo atrás en favor de 'Superior Mirage', auguro psicodelizado para un mantra que nos lleva a ese universo placentero en el que la morfina completa la felicidad, ya que para volver a su (bendita) realidad está 'Wound Tight', concentrándose sus miembros en superponerse una y otra vez entre ellos, consiguiendo un noise melódico-meloso en el que el zumbido de las abejas obreras se trasvasa a 'Never Still Again', reina del universo y 'Light Your Way Home', cordón umbilical de un desfase memorable del que incluso yo tenía dudas que se fuera a producir, pero como siempre, para ellos nunca pintan bastos.
METZ - Up On Gravity Hill
El trío de Toronto METZ publica su quinto álbum de estudio, "Up On Gravity Hill", via Sub Pop Records y Dine Alone Records, el cual adapta sus abrasiones repetntinas a las atmósferas sonoras, permitiéndoles descargar su furia a la vez que muestran sus momentos de alegría, anclándose Alex Edkins (voz, guitarra), Chris Slorach (bajo) y Hayden Menzies (batería), al primero de estos mundos en 'No Reservation / Love Comes Crashing', mezclándose el shoegaze con el (post-)punk más directivo, incitando a los microsonidos alarmantes de caos y terror, a amenizar una soledad que da lugar a una mascletá de oscuridad capaz de levitar por encima de sus almas malditas, distorsionándose este sentimiento en 'Glass Eye' por obra y gracia de las cuerdas, quienes junto a las baquetas, nos transportan a su clasicismo sonoro, aunque aquí la bajada a los infiernos no se queda en un decir, si no que se puede tocar con los dedos, actuando la baja velocidad del grunge como catalizador de una neblina con la que la luz queda del todo apagada.