Toronto se viste de gala para recibir con honores un nuevo álbum de METZ, "Atlas Vending", via Sub Pop Records, y acorde a ello, la banda da lo mejor de sí marcando un 'Pulse' metronómico suizo que no da tregua, ganando en constancia y barbarie al aumentar la líbido del estrés emocional con la que llegan a sulfatar la batería de Hayden, llegando el éxtasis cuando ese motor bajístico consigue arrancar de cuajo la temeridad más absoluta, poniendo de relieve, con un sonido cercano a Ty Segall, que no existe la conciencia del dolor ni de la locura, metiéndose 'Blind Youth Industrial Park', golpe tras golpe, en un bucle de masoquismo intransigente desahuciado de su puesta de largo, en el que el latex del terror entra incluso sin polvos de talco, al igual que ese apocalipsis que juega sin raciocinio con su escapada mental más arriesgada y a la que no falta su puñalada estilística más característica, pausa y aniquilación, autoexigiendo 'The Mirror' que se le vuelvan a uno a poner los nervios a flor de piel, a base de esa búsqueda de la desaparición volcánica que juega con satanás, y de lo modositos que, por conveniencia, se muestran hasta que la oscuridad obstaculiza su camino y les devora por completo, firmando la virtuosidad con un holograma de sus sesos reventados manchando las paredes.
'No Ceiling', irónicamente, enseña su lado más lascivo y nauseabundo por aquello de rociar el contenido con el metacrilato de las partes de sus cordófonos al estallarlas contra el suelo, llenándolo todo de esquirlas que 'Hail Taxi', se quita planeando que la rendición es lo último que van a realizar, así que a tenor del que la sigue la consigue, ellos siguen anteponiendo el mal del stoner, el garage y el hardcore, sombreados todos por 'Draw Us In', corriendo la sangre mientras se agudiza el daño a sus instrumentos, bendición que se ve como la marcación rápida que el resto esperaba para llevar a cabo ese ataque directo al corazón, incesante, reverberado y cuya horma de su zapato es 'Sugar Pill'.
'Framed By The Comet's Tail' marca la hora de abrir unas cervezas, pegarles un buen trago y aleluya, alguien vuelve a ganar una cardiopatía aguda gracias al ritmo maligno del post-punk que vilmente, e interpretado por Preoccupations, tiene marcado a fuego por los vocales, un tainted love tiránico capaz de sufragar los costes paranoicos de conspiraciones varias, poniendo 'Parasite' la puntilla al mostrarse como una partida de Fall Guys en modo oscuro, llamando al caos y el desorden menos carismáticos, supervivientes del método que 'A Boat To Drown In' está dispuesto a implantar en ese adiós vaticinado, pero compensando médicamente con sus atributos un electrocardiograma nefasto que nos acerca a su versión más descorazonada, la cual se dedica a limpiar el paisaje, abrirse los chakras y eclosionar hacia un punto muerto para apagar la llama, a lo Fontaines D.C., ambientando su ego al cruzar la línea del demogorgon cuando la señal se pierde en el upside down.
📷 Norman Wong