Holy Esque - At Hope's Ravine

En un mundo en el que la novedad está muy reñida con lo que proviene del pasado y lo que no, Holy Esque arrojan un poco de luz con la voz de Pat Hynes como elemento diferenciador, con respecto a Two Door Cinema Club o Bombay Bicycle Club, sus máximos referentes.

'Prism' arranca fuerte con unas guitarras que quieren polinizar "At Hope's Ravine", su álbum debut, y donde nuestro cantante tiene mucho que decir, con esa voz rota y reverberada tan suya que intenta eludir la oscuridad que la instrumentación va formando a su paso, antes de que la misma destruya todo lo que va tocando a su paso.

'Rose' fue mi pincipio, donde la banda me cautivó gracias sobre todo a esa voz, aunque en su primera versión, las cuerdas de Pat y Hugo McGinley, el teclado de Keir Reid y la batería de Ralph McClure, llenaron un universo comercial en una misogamia en donde el ruido de las primeras se revelaba contra los aires de grandeza que se han asentado como base de su música, como bien sigue demostrando 'Hexx'.

Sin embargo 'Covenant - (III)' llevan lo inicialmente establecido a un punto de sorpresa que aúna rabia e impotencia, mezclada con angustia persona y dolor interno por no ocurrir lo establecido en sus pensamientos, dejando libre la cabeza de ellos en 'Silences', la cual combina un dream-pop arrancado de las guitarras de DIIV, con el post-punk originario de finales de los 70, el cual se mantiene en un segundo plano para poner a 'Strange' la alfombra roja e intentar así seguir avanzando hacia delante, aunque la sensación final es la de retroceder en el tiempo, y gastar la energía vital en la desesperación generalizada que ello conlleva, agudizada en 'Doll House' con la visualización de formar una familia, sin llegar haber sido todavía correspondido en el amor y ver así como esa opción se desvanece.

La pena se visualiza a través de 'Tear', la cual busca salida en 'My Wilderness', cuya balada inicial es despojada de los vocales de Pat, llevándola al trap como estilo musical de vida para acabar con esa comercialidad incómoda de cuento de terror en la que parecen haberse instalado.

'St.' da su permiso para que la canción que da título al álbum, acabe con solo una luz encendida, blanca, para dar esperanza a un micrófono, cuyos altavoces desprenden unos vocales que se quieren dejar sus miedos aquí, los cuales finalmente se ven arropados por sus compañeros de fatigas.