ginla relucen oro en su EP debut homónimo, estando detrás Terrible Records (Glitter Veils, Kraus, Limited, Oy), lo que motiva más a unos Joe y Jon en su búsqueda del nirvana a través de la mezcla del mundo digital con el analógico, y hacer un todo de ello, con 'Always There' dejándose seducir por una corriente de aire instrumental que busca otras culturas en las que apoyarse, intercalando a pies juntillas instrumentos de viento filtrados para caer con el peso del teclado sobre la psicodelia que se genera entre el pop de sus vocales, viéndose azotados frecuencialmente por los ochenta en 'Apophenia', moción que apoyan los microsonidos sobre los que se asientan sus ritmos, cambiantes para no dejar a nadie insatisfecho en lo que a tocar la fibra del sentimentalismo se refiere, ganando enteros en su parte final, donde su combinación es tan inmensa, que la tranquilidad da paso a la tormenta, las lágrimas de dolor a la paz interior de haber soltado todo lo que les hacía daño.
'Come Down' se nutre de drum & bass de cantautor, diferenciando bien la instrumentación que todavía tiene parte de penumbra con aquella que ve la vida como un regalo, acercándose de sobremanera al proyecto del señor Matthew Barnes, más conocido como Forest Swords, arrastrando ese carácter soñador, aquí con esas 'cuerdas pianísticas' que son una delicia pura, reciclando parte de su tiempo en beneficio del micrófono, el cual levemente vuelve a hacer de válvula de escape para que 'Dots' vuelva a empezar de cero, al estilo de LCC, buscando los valores originarios de su música, con un drum&bass analógico que se cierne sobre los orígenes de la creación, jugando a creerse astronautas a dos voces evocando el teclado el lado oscuro de Stranger Things, haciendo caso omiso de ello para centrarse en la espiritualidad de su yoga musical.
'Take Time' alcanza la magnificencia creativa juntando los dos mundos que se presuponen que existen, sin tener claro en cual de ellos uno está, sabiendo que de uno se va a otro superando las cuotas musicales que le llevan a escalar precipicios y dejarse caer por montañas, alcanzando el clímax cuando la guitarra española juega al despiste, haciendo ver que no es de este mundo, adaptándose sus riffs a cualquier terreno, desapareciendo sin dejar rastro, parapetándose del baile final para volver en 'Word Clouds' y su mundo made in Glass Animals, donde extrañas criaturas poblan el bosque nocturno de haces fluorescentes, encarando la puerta de salida con una reverberación que les hace levitar y alejarse tranquilamente sabiendo que han conseguido su propósito inicial.