Tercer asalto del trío de Ontario más aberrador del panorama mundial, demostrando por tercera vez consecutiva que lo suyo es de psiquiátrico institucional (y para nada una praxis preventiva), encerrándose en el "Strange Peace", gracias nuevamente a Sub Pop Records, uno de los mejores centros cuyo título onírico puede hacer pensar a las gentes que la historia puede haber cambiado un ápice, pero nada más lejos de la realidad, ya que 'Mess Of Wires' sigue su camino por las turbulentas aguas ya conocidas, golpeando a las últimas neuronas activas, quizás incluso con un aumento de la carga de intensidad, ocurriendo que, los hijos del anticristo cordales, Alex a la guitarra y Chris al bajo, mantienen el tema en lo más alto y con una sensación de pánico constante, lo que le hace estar a uno alerta sobre si lo siguiente va a ser fuzz, más garage, punk o un corte en la yugular como dictaminan los premonitorios riffs iniciales de 'Drained Lake', trayendo consigo un terror recetado a base de modulaciones que se sirven en varias píldoras, siendo una de ellas los vocales de Alex, que contribuyen a infligir más miedo si cabe, con la eterna duda de cuando llegara el temido final, rezando para que llegue pronto y así salir de la casa del terror que tiene pinta de todo menos de atracción de feria.
'Cellophane' se da un respiro a costa de bajar las revoluciones con un rollito YAK al que se le cuela un aviso del antivirus Avast antes de estallar con un descarrilado fuzz que los trae de vuelta, llenando así el rock de mondadientes sobre el que se habían instaurado, dejándose acompañar por una electrificación que consigue finalmente rematar la mosca cojonera que tenían detrás de la oreja, alzando las guitarras de 'Caterpillar' en señal de duelo por ello, tomando prestado ligeramente el extravagante estilo vocal de Marilyn Manson mientras el temple del tema se decanta más por el bien que por el mal, adaptando así su sonido a un arrepentimiento que no se creen ni ellos mismos, por mucho que insuflen todo con una devastadora pena mientras esperan que 'Lost In The Blank City' les haga recobrar el sentido, volviendo así por sus macabros fueros, echando fuego por la boca por esa rabia contenida que ya no se podían aguantar más, tronando al cielo por ello al micrófono, pagándose su particular venganza llenando el vacío anterior con un ruido infernal para el que deberían acompañarse de tapones, por aquello de no herir sensibilidades.
'Mr. Plague' basa su estado emocional en un cortocircuito eléctrico sacado de lo que parece ser un meme contorsionista, el cual va guiando al resto desde el micrófono, viviendo del punk de atrezo escondido detrás de él, cuyas manos de sastre van perfilando el ruido lucrativo de 'Sink', acomodo perfecto para surfear 'Common Trash' entre la maraña de sonido mareante, capaz de cortar la respiración a cada cambio de ritmo, vomitando los restos instrumentales sobre una línea que desespera hasta 'Escalator Teeth', alto en el camino que consigue contrarrestar el efecto de su antecesora, enfocando 'Dig A Hole' con la sonrisa malvada del Joker y un minutaje perfecto para volver a coger el ritmo necesario que 'Raw Materials' precisa, apocalipsis, radial en mano, que sufre para derramar la sangre de la que hacían gala en los inicios de este álbum, dejando pernoctar una psicodelia garagera y barriobajera en pos de obtener un final traumático que, como cada vez que se despiden, inducen a volver a reiniciar el contador de esa paz de la que hacen gala, extraña quizás, pero solo para unos cuantos elegidos.