Tercer envite de L I T H I C S, ahora deletreando su nombre para acabar diciendo del tirón el título de su LP, "Tower Of Age", publicando por primera vez a través de Trouble In Mind Records, cambio de tercio que a la vocalista y guitarrista Aubrey Hornor, al guitarrista Mason Crumley, al bajista y guitarrista Bob Desaulniers, así como al batería Wiley Hickson, no les afecta para seguir tirando de su minimalismo instrumental y conseguir que el punk sosegado siga barriendo su sistema frecuencial, colándose también en 'Non' un devocore que saluda al personal y se ve agrandado por las pausas que buscan fuzz con ahínco, temática alejada de los principios de 'Hands', cuya repetitividad encalla, rock mediante, para que el concepto cale hondo, aceptando varias explosiones de noise garagero y cobertura psicodélica, que desaparecen dejando el rastro de los vocales como punto de partida para volver a la carga con su orquestación, desplegando Bob una emergencia médica en formato bucle tapeístico que a 'Beat Fall' le llega como un requerimiento social para que la gente tenga tiempo de recapacitar, advertencia que los riffs suben de tono y que suponen una interconexión analógica capaz de expropiar sus costumbres.
'A Higly Textured Ceiling' derrumba sus vacilaciones, gestando a su vez un imperio texturizado en el que aprovechan esta especie de interludio para desafinar sus instrumentos, recapacitando sobre ello en el momento agonizante off record vivido en 'Snake Tattoo', saliéndose de los límites de su norma básica marcados por 'Twisting Vine', al costearse un instante su propio Woodstock del 69, y al siguiente, dejándolo de lado extravagantemente cuando el pop existencialista toma el control del micrófono, pujando finalmente ambos codo con garganta en un twist de colores que mide sus fuerzas y no saca nada en claro, más que 'An Island' debe mover las caderas ilegiblemente, jugada que asombra el riego sanguíneo de Melenas, poniéndose serios para mantener el liderazgo mientras va entrando en juego el desboque de las cuerdas, teniendo que pasarles las baquetas la manutención para que nada le falte a 'Victim's Jacket', destronando su zona de confort al encontrar el clarinete bajo de Jon Grothman un lado más catártico, intrusión que hace del caos su decencia.
El nombre del tema que da nombre al álbum es un impacto bucólico de speed garagero que pierde fuelle para asociarse con el lado claroscuro de 'The Symptom', maraca cuadriaural cuya sobrecarga lo-fieada amenaza con ser la nueva esperanza tras el paso de Kim Gordon a mostrarse en solitario, alegando delirios de grandeza en lo que se ha convertido en una secta en la que consiguen caer de pie, dictando sentencia el respetable de 'Mice In The Night', de ahí que las caderas vuelven a ser las descontroladas aquellas a las que la sinvergüencería les hacía tilín, haciendo de las suyas 'Half Dormancy', permitiendo que su neanderthal a lo Trigger Cut salga a flote mientras se impone su ley dos tonos más abajo de lo normal, despidiéndose 'Cricket Song Through Open Window', güija en mano, donde en vez del abecedario lo que aquí se da es un compendio de frecuencias cuyo paisaje dibuja la vida en muerte.