Kim Gordon sigue siendo un referente en la música incluso alejada de Sonic Youth, abriendo la veda desde su posición en solitario para que Chelsea Wolfe (cantante y guitarrista) y Jess Gowrie (guitarrista, bajista, batería, programadora) se junten en Mrs. Piss y se monten la fiesta por su cuenta, debutando en largo con "Self-Surgery", via Sargent House, álbum que abre boca con los miedos enlatados industrialmente de 'To Crawl Inside', saltando el temporizador automático para que 'Downer Surrounded By Uppers' tome las riendas a través de la descarga atronadora de Deap Vally, pero con el objetivo de machacarse conscientemente los dedos con tal de conseguir que el fuzz de 'Meds' de Placebo traspase las fronteras de un amor tóxico cuya discusión elitista va de un noise indiscriminado vestido de gritos guturales, control demencial que las cuerdas de 'Knelt', comunicándose con un solo riff, ejercen de forma perturbadora hasta conseguir el anhelado apalanque del cerebro, llenándolo de una oscuridad anarquista, cuyo grunge es capaz de abrasar la parte pop de Chelsea.
La naturaleza electrónica ochentera de 'Nobody Wants To Party With Us' arranca sus vestiduras desbordando un submundo reverberado a su alrededor que castiga los fiordos irlandeses que elevan a su diosa Björk justo antes de que el azote metalero ponga de manifiesto que todos tenemos una Mrs. Hyde asolando nuestro interior, la cual desea satisfacernos a nosotros mismos a dos voces, cayendo como un jarro de agua fría que no duda en escupirle fuego a 'M.B.O.T.W.O.', recogiendo esta el guante poniendo el punto y final a sus desgracias a lo Savages, apartándose a tiempo 'You Took Everything' para que esas últimas chispas cordales eléctricas no lleguen a bombardearle de puro noise y si dejarse cautivar por el metal, abandonando su cuerpo momentáneamente para que su Venom particular vea la luz.
Ya puestos a experimentar, el tema que nombre al álbum reacciona con un J-rock cuya adrenalina recae en la batería, erigiéndose ésta como la dueña y señora del espacio-tiempo, trasladando la maldad que antes recaía en las cuerdas al resto de la instrumentación y ese discurso ennegrecido que alcanza a la sien de 'Mrs. Piss', tiro de gracia que les hace estallar de forma apocalíptica a través del método BRUTUS, e incluso más caótico si eso es posible, atrayendo una iluminación faltosa y esotérica que redime finalmente sus pensamientos hasta llegar a una necrosis que se instala en la falsa masculinidad aquí tan denunciada.