'Éramos pocos y parió la abuela' es lo que debe pensar alguno mientras se empapa de quiénes son
Ben Stellar y cómo suena el indie rock del quinteto de Nueva York, condensado éste en un EP debut,
"Nihilist", que consigue poner dicha etiqueta en un pedestal más alto a lo que cualquiera está acostumbrado, algo que les ha costado a
Sam Slocum (cantante y teclista),
Skylar Knapp (guitarrista),
Nando Dale (guitarrista), a
Nico Brunstein (bajo) y
Laila Wayans (batería), 6 años de esfuerzo batido en duelo a conciencia, ya que sus primeros recuerdos musicales se remontan a cuando eran un trío que despuntando maneras, no dejaban de ser unos críos que teclados, guitarra y bajo en mano, escenificaban una experimentación que ya mostraba maneras en las canciones agrupadas en
"Kenna", y que
"Sells Out" amplificaba a base de punk y garage que, sin pelos en la lengua, eran capaces de abofetear a toda una generación entera, algo que hoy en día, y a pesar de los años pasados, siguen haciendo, aunque con la caballerosidad de
Sam destacando en el tema que da nombre al álbum, en el que muestra las tablas aprendidas de referentes como
Alex Turner (
Arctic Monkeys), quien manteniendo la calma, es capaz de decir más cosas que en un estado de alteración constante, algo a lo que aquí llega por sus propios medios la instrumentación, refugiándose en un lo-fi que empaña la tristeza de la lírica y la empodera cuando sale del atolladero.
'The Poets', sin embargo, opta por la maduración de su antiguo sonido como seña de identidad, escenificando una contrariedad con respecto a sus letras, ya que éstas representan la algarabía emocional de sus integrantes, quienes parecen querer romper aquí con todo lo que les tenía atados, deseando con toda su alma que las reglas desaparezcan, obteniendo las bendiciones de 'Fear Of Heights', cuyas resignaciones y ganas de cambio vuelven enrevesar las cuerdas por un desamor que aclara todo lo cariacontecido hasta ahora, psicodelia introspectiva que ve la luz mientras se sienten como 'Louis XIV', reyes de sus pecados mientras enloquecen una última vez con un surf rock encerado que les hace calzarse la chupa de cuero de nuevo, como unos FIDLAR de la vida persuasivos que van a conseguir todo lo que estén dispuestos a ganarse en el terreno de juego.
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D L c L