Su ritmo ennegrecido y enturbiado, engalana los instantes en los que la voz toma un talante gutural que estremece incluso al más pintado, caída libre para volver a renacer junto con esos riffs capaces de bajar sus pretensiones al máximo, todo ello con tal de que sus vulnerabilidades salgan a la luz, contraposición a la rapidez que sus dedos exponen en otros instantes, encarnando ritmos diabólicos que concluyen en rabia, distorsión, anarquía ordenada y reverberada, logrando así que su legión vea una pureza animalística que no permite que ni les devore ni les haga caer a los infiernos, rindiéndose a la industrialidad y a su propio cruce de cables, constantes que en código morse avisan de lo que se viene, aparte de seguir luchando contra sus fantasmas cuando la locura se apodera de ellos, respondiendo su maquinaria con unos golpes que ya no causan dolor, de ahí que ningún espasmo que se salga de la norma les va a hacer cambiar a estas alturas.
Nuvolascura
A veces uno no llega a tiempo a descubrir una banda en sus comienzos, pero lo bueno en el caso de Nuvolascura, es que los dos álbumes que tienen publicados (con el tercero ya en camino), "Nuvolascura" y "As We Suffer From Memory And Imagination", via Zegema Beach Records y Dog Knights Productions, juegan en la misma liga estilísitca, la cual encierra principlamente punk, hardcore y un screamo vocal a cargo de Erica, dejando que los ríos de sangre instrumental se originene en las cuerdas de Dominick (guitarra) y Daniel (bajo), así como en las baquetazos a diestro y siniestro de Taylor, encerrando su primera toma de contacto un recuerdo a nuestro referente patrio Viva Belgrado, soltando por esa boquita y los altavoces, a su vez, un cúmulo garagero metalizado que en su punto álgido se da el lujo de ver el terror, la pasión, la benevolencia, la energía, los exorcismos y la reivindicación, con las que los de Los Angeles basan su estructura quasi molecular, dando una de cal (cordura), cuando no caen en las arenas movedizas de un noise quebradizo, con los que muestran que la vida está formada por momentos en lo que uno debe ensalzar su Dr. Jekyll por encima de su Mr. Hyde, y viceversa, ganándose así el cielo del infierno, pragmatismo que, junto a las diferentes explosiones que puedan calibrar su daño, hacen del pogo esotérico de combustión espontánea su mejor arma de destrucción masiva.