Viagra Boys - Street Worms

Qué fácil y qué dificil es categorizar a Viagra Boys, sexteto de Estocolmo formado por el cantante Sebastian Murphy, el guitarrista Benjamin Vallé, el bajista Henrik Höckert, el saxofonista Oskar Carls, el teclista Martin Ehrencrona y el batería Tor Sjödén, que en su álbum debut, "Street Worms", via Year0001, derrochan un post-punk anfetamínico por aquello de rodearse de elementos a su alrededor que transformen en locura rocambolesca el contenido de algo que podía condecorarse rindiendo tributo a los clásicos, permitiendo 'Down In The Basement', con estas premisas, que el rock añejo y el punk vocal alteren sus sentidos, y es que esa lengua de serpiente es capaz de dar la baja alguien por estrés post traumático, situación que la lírica agudiza al sacar a la luz esos secretos que empatizan con las lágrimas de la derrota, haciéndole frente 'Slow Learner' de forma irónica, a través de esa mirada constante hacia atrás que busca escapar de las fauces de la experimentación, o sea del toque enfermizo que se derrite ante los 50's y que tras el descalabro instrumental, guardan más relación con los 70's y los 80's, haciendo equilibrios sobre Kraftwerk en plan minecraft, extralimitándose Oskar de sus funciones para hacerle el paseillo a esa forma tan suya de canalizar los 'Sports', metiéndose en la piel de un perro sarnoso lunático, sin maldad alguna eso sí, que se mece al son de una psicodelia radiada en clave garage que no entiende la felicidad que encierra la actividad física que ello conlleva, produciéndose un colapso en sí mismo que adormece su aparato locomotriz de golpe, dando lugar a ataques epilépticos y una desconexión general.

'Best In Show' continua con un speech proveniente del subcosnciente, el cual sigue en el estadio de los Yankees y con el cuerpo luchando para dejar este interludio apocalíptico lejos de si mismos, atrayendo una fauna y flora que 'Just Like You' mitifica con la caída de su propio muro, homenaje con luna llena a Michael Jackson, 'Beat It' en mano, con el golpeo de beisbol persistiendo como ese amor que un día se fue de la manera que lo hizo, sin respetar las reglas del corazón y negándole a 'Shrimp Shack' la autopista de libertad sedentaria que les da el ponerse una chupa de cuero, el fuzz, las retiradas tardías y el sol del amanecer que todavía tiene ganas de más, alcanzando el nirvana cuando la percusión y el jazz interestelares, llegan a su zona de saturación arterial, conjunción orgásmica que 'Frogstrap' lleva de vuelta a la normalidad viviente donde lo habían dejado sus primeros pasos, haciendo saltar las alarmas de su chulería con un enfado monumental invertebrado al que 'Worms' añade la arrogancia de Sleaford Mods, aunque su estado perecedero da paso a una caballerosidad de botella de whisky en mano que ya ha preferido evitar batallar con la vida y su única revolución es el descanso, mandando 'Amphetanarchy' todo al carajo con la destilación de Girl Band y sus retoques estético a base de microsonidos, sobrevolando una aceptación social que estalla en un Big Bang jazzístico prendido en humo por los de Dublín.


📷 Victor Frankowski