LICE - Wasteland: What Ails Our People Is Clear

Bristol sigue posicionándose como referente inglés al sumar en este 2021 uno de los discos que más lo van a petar, si no el que más, el debut en largo de LICE, "Wasteland: What Ails Our People Is Clear", el cual se publica a través del propio sello de la banda, Settled Law Records, con la particularidad de que en él han utilizado su singular versión del Intonarumori, instrumento construido originalmente en 1913 y que reproduce una versión abstracta de los sonidos rítmicos realizados a los de las máquinas, dando buena de ello los anales de 'Conveyor', protagonizando una rayantura nivel Girl Band antes de que los riffs de IDLES se suman a la fiesta, y qué hay de los vocales? Spectres al habla, todo ello magnificado por ese embrujo endemoniado que está lejos de acatar sus propias consecuencias y en los que se dibuja el universo que debería haber sido propiedad de Cyberpunk 77, momento en el que entra cabalgando sobre su Red Dead Redemption más personal, 'Imposter', fina línea entre el apocalipsis y la versión cordal más atrevida de los primeros Arctic Monkeys, estableciéndose una conexión vocal con Squid y Black Country, New Road, o sea un tejemaneje que se vuelve interstelar hasta el punto de que 'Espontáneo' llega al Upside Down de Big Ups, mostrando un pasaje que tarda tiempo en establecerse instrumentalmente a su nuevo hábitat depresivo, desarrollando a su vez un spoken word fantasmagórico que representa al Joker en segundas nupcias, lo que retroalimenta su ego carnívoro.

Un volcán en erupción se adueña de las cuerdas de Gareth y Silas, así como las baquetas de Bruce, en 'R.D.C.', dando leña al mono sin bajarse de la línea de tensión supeditada de sus predecesoras, combinándolo con una voracidad experimental capaz de entregar un dream-noise perplejo que se pierde en la maraña distorsionada de la destrucción masiva que representa 'Pariah', la cual sigue cobrándose vidas auditivas al tiempo que saca la guillotina para ponerse en modo Noisy, desfibrilando su mentalidad hasta cautivar un fuzz experimental que utiliza la industrialidad como alma pasiva, relajándose con un jazz psicodélico cuya marcha militar es capaz de 'Persuader' a todo aquel que se ponga a tiro, cayendo en la rendición sintética de los 80's mientras hacen del entorno urbano su casa, empecinándose en una regresión que les pilla a contrapie y usa su buena voluntad para ser el interludio casuístico en su camino.

'Arbiter' se muestra como una palangana cruel infectada de una brutalidad instrumental tal, que arrebata a sus riffs de toda conciencia, dejándoles solamente el recuerdo de Housewives, luciendo una cordura desmedida que amenaza el imperio inviolable de los dublineses, en alma, corazón y tentativa de suicidio, aumentando además la sensación de que son las bailarinas de su peculiar caja de música de lava, quedando 'Serata' como la roca volcánica arrepentida de los pecados cometidos, pidiendo redención de la forma calmada con la que shame ven una película de Clint Eastwood, pero no Gran Torino, ya que ésta se identifica más con el hardcore technoide de 'Deluge', de ahí el enfatizamiento de una conversación con su yo interior, subalterno este de Mr. Robot, el cual obliga a estilizar sus cuerdas con un metal más pesado que el que 'Folla' acapara para la pista de baile del Berghain, lanzando un órdago de coraje festivo en el que dimite su subconsciente por aquello de disponer de más complacencia unipersonal, algo que le sobra a 'Clear', quien sigue el camino oscuro de avistamientos poperos y faltas de voluntad cordal que les devuelva a su senda, implicando en su resurgimiento espontáneo a los de Brooklyn al tiempo que conmutan su pena con la intro de una de James Bond, siendo ellos los villanos por aquello de dejar ese regusto final en el que uno se cuestiona si lo escuchado es realidad o producto de la mente.

📷 Rowan Alfred