FAKOMA - FAKOMA

Colonia se engalana para recibir a sus nuevos héroes locales, FAKOMA, cuyo camino de espinas por fin les permite enseñarnos su álbum debut homónimo, el cual será publicado en acetato a principios del año que viene, y sobre el que pende un hilo de animadversión garagera, contemplado en 'Police Man', por cuyo interior, los restos de psicodelia del día anterior todavía se vislumbran borrosos por la conjugación de sirenas en primer y tercer plano, al tiempo que un sonrisa ensangretada pone de manifiesto el hardcore vocal de la noche, algo que auspicia más si cabe al punk vocal de 'Trunk', encontrando entre su electrificación no-fi, un duelo que sobrepasa cualquier límite de aberración y que para más inri, va creciendo como un demogorgon que explota al divisar a 'I Don't Think' a lo lejos, vomitando este la sangre que antes les cautivaba, encontrando en el universo de Osees, Ty Segall y sucedáneos, la inspiración militar con la que 'Straßenschlacht' va a cerrar las calles, dejándose de ambientes navideños y apostando por la agresividad embebida de buenas acciones para hacer el mayor daño posible, de ahí su incursión maldita en el lo-fi de la oscuridad que le dota a uno una nueva 'Internet Identity', con facilidades para llevar a cabo sus planes y propagar su mensaje sin ser descubiertos entre ordas de riffs esotéricos cuya güija apunta siempre al mismo modelo de sociedad.

'Dominatrix' es el azote sentimental en el que volcar toda su ímpetu, llevándolo a cabo el quinteto a través de una descarga que pone los puntos sobre las ies sobre el entresijo de variedades estilísticas de Wasted Shirt, con las que se van encabronando más y más, absorbiendo una espacialidad genital que les blinda ante cualquier 'Praktikum in Berlin', evaluación psicológica sostenible y desplazada en el tiempo en la que el rock se hace fuerte ante la caja de ritmos que asoma de entre los muertos, resaltando 'Hansaring' dicha vorágine de alucinaciones embebidas en una despedida forzada que va y viene para cargarse lo último que queda en pie, desplazando 'Get Up Go To Work' esa maldición que prevee cambios en su discurso, perversidad solo apta para aquellos que nos les vean como el postrimero rédito de salvación.