Rider/Horse - Feed 'Em Salt

El dúo neoyorquino formado por Cory Plump (Spray Paint, Expensive Shit) y Chris Turgo (Trans Am, Ultraam), con permiso del multinstrumentista Zoots Houston, aka Rider/Horse, publican su segundo disco "Feed 'Em Salt", via ever/never records, desgranando 'Florida Gasoline' un desapego entrado en punk y consignas rap, con las cuales alteran el espacio-tiempo como si se trataran de Trigger Cut, desviándose del camino gracias a un grunge reblandecido en rock arcaico en el que el fuzz y la distorsión tienen algo que decir, deshojando la margarita de la oscuridad y el lo-fi 'Great Innings' a través de esos riffs enturbiados, cuya tensión de enajenación mental se ve adherida a un juego cordal que aumenta su intensidad según el instante post-punk del que proceda, tranquilidad sublime con respecto a lo que supone 'Pretend You're The Worker', momento technoide que aumenta la paranoia hasta lograr un encumbramiento analógico-digital en el que se invoca a Kilynn Lunsford como partitura zen que fuerza su anclaje con 'Public Coward', la cual parece querer deshacerse de sus antepasados en su búsqueda del rock, adueñándose sus esfuerzos paranormales arraigados a los 70's en el que un avión de cuerdas planea por las montañas rocosas del noise que tienden a acometer.

En la retaguardia sin filtros se encuentra 'Theme', B.S.O. de los 80's cuya pirotecnia productiva se adhiere a sus cánones de belleza, teniendo potestad absoluta para acomodarse en su propia playa paradisíaca, desalojada de 'Rotting Profits' por la locura momentánea que ondea la bandera de Cloud Nothings, partido de ida y vuelta en el que llevan el control ante la rebelión de las máquinas eclesiásticas, lo que provoca que 'You Lose Track' sea la alarma generalizada con vocales del upside down, para así infundir un terror apegado a su yo más profundo, mimetizado con un post-rock que quita el sueño a su más reciente allegado, 'Sacred M', donde la crueldad distorsionada se corresponde con esa muerte lenta radiada por los sacrilegios a los que se enfrenta, versión de cuento encantado que tiene en 'Tierra Wool' la vuelta a su yo vetusto más cercano, con rayaduras de cabeza afiladas que rompen en un trasiego industrial que reluce sacando su maquinaria más pesada como forma de marginalidad evolutiva en la que no entra 'We Will Next Time', vorágine sonora en la que se acepta la derrota con la misma honestidad con la que relatan un periplo de desventuras, contadas fuera de su ser para no ver que la cosa va con ellos.