Que Daniel Fox (Gilla Band) le haya metido mano como productor al álbum de The Psychotic Monks, "Pink Colour Surgery", via FatCat Records y Vicious Circle, hace que una sonrisa maliciosa ilumine mi cara, algo que refrenda una '(Pre-Enter)' que coquetea con las frecuencias moduladas y el Upside Down, quedándose 'Post-Post-' en él para azuzar al respetable con una industrialidad marca de su banda madre, lanzándose al vacío desplegando un rock depresivo que poco a poco se mete en el papel de villano, soltándose la melena al llegar a un noise de artefacto que apaga las luces de golpe y para sobrevivir, se deja llevar por la locura hipnótica de 'Gamble And Dangle', donde Artie Dussaux y Martin Bejuy, ambos voz y guitarra, Paul Dussaux (sintes y bajo), así como Clément Caillierez (batería), se relajan vocalmente para que sea la instrumentación la que active una maquinaria pesada que cae envuelta en acúfenos y automatismos de planta de fabricación, produciendo en su factoría de París paseos sonoros por ella como '(Bird's Part)', introductoria de un techno made in Berlín aka 'Crash', representante de una nueva era en la que las frustraciones se cantan en los centros psiquiátricos.
'Imagerie' posa su ambientación fílmica tras el electroshock sufrido, elevando sus plegarias a una salida de su estado mental por entre el escapismo casi silenciado de '(88)', cantos de sirena para la distorsión de 'Décors', que apuesta su entretenimiento al pop de un ser superior capaz de apiadarse de ellos, llegando a mimetizarse en Radiohead mientras ponen al servicio de su voz a Anohni, arrancándose la piel a tiras en un final jazzístico deformado que suscita una serie de '(Gestures)', los cuales no bloquean el camino de sobriedad de 'All That Fall', cata más cercana a la banda madre del autor de la producción, cargándose de fuzz y garage para salirse por la tangente cuando así lo requiere su director de orquesta, obsequiando al respetable con juegos de luces estroboscópicas que giran más de la cuenta para que la experiencia sea inmersiva, perdiendo la locura en el segundo arreón del cuarteto, platicando con un ruido ensordecedor que ataca el sistema nervioso de 'location.memory', protegida urbanísticamente por los entresijos de una electrificación activada mediante un relé, capaz de aguantar el voltaje que el espacio rural necesita, creando su propia As Bestas un espacio inconexo para su experimentación, rebobinando '(traP s'driB)' su elocuencia hasta situarla en su punto inicial como si todo hubiera sido fruto de la imaginación.
📷 Benedicte Dacquin