Tras desatar la locura con el primer single de su álbum debut "All Change Please", via La Pochette Surprise Records, Mirror Glaze empiezan destripando 'Self Inmolation' a través de un garage de distorsión distópica y abrasadora, con la que ponen de manifiesto los 70's, desatándose en una pista de baile cincuentera, la cual también les pone surcando las olas de una forma religiosamente psicodélica, no siendo el 'German Fall' que cualquiera podría esperar, de ahí que se exhiban en formato rock revuelto gracias a los coros angelicales que lo proveen de un pop ochentero, magia negra para una 'Beggar Lilly' llena de aspavientos y acotaciones, originadas por lo precario de su propuesta, algo que les confiere mantener los pies en el suelo al tiempo que las cabezas pensantes se dejan llevar por esos 'Ketamin Kisses', alterándoles la sangre hasta caer rendidos a las bondades de un noise vestido de fuzz y reverberado para la ocasión, repitiendo su modus operandi en bucle para que el desfase no sea su kryptonita.
'Drift Away' se mueve entre fantasmas cordales mientras Natalie se hace cargo del micrófono, descargando irónicamente una rabia que la instrumentación no se guarda para sí, algo que finalmente acaba transmitiendo a la frontwoman, quien incluso huele la sangre del cisma que puede provocar, de ahí que se manifieste de nuevo en 'Pupil Dilation', presentación torera mediante, aunque aquí la importancia se la lleva la lírica, ondeando en ella, con precisión quirúrgica, las complejidades matizadas de nuestra sociedad, combustible fósil para el tema que da nombre al álbum, el cual cierra el círculo de NOTS y cede el testigo a Sebastian hasta el final, relajando las expectativas con un post-punk alucinógeno electrificado al que se le acumulan los recuerdos de 'Crystal Ship', a matacaballo entre aquellos 'Boyfriends Of Instagram' y su comadre 'Back On Track High As Fuck', donde las historias de corte americano se entremezclan con colillas, botellas vacías y Pulp Fiction.