El cuarteto de Berlin Sex Beat presenta su álbum debut "Call Me", via This Charming Man Records, sin tan siquiera dar prácticamente una pincelada del punk y el estilo de Iggy Pop que nos encontramos en él, aplicando el tema que da nombre al álbum un correctivo de finales de los 60's y principiso de los 70's, al tiempo que desplazan a las masas a su antojo entre riffs garageros y una lírica que invita al incendiarismo más brutal, postín para 'Ups & Downs In A Liftboy's Life' y que la bola se siga haciendo más grande, reverencia sistemática de la oscuridad que salpica los límites de su instrumentación, además de utilizar la apatía y el desencanto formales como armas de destrucción masiva, algo que atañe a 'Tillie' de refilón, ya que lo suyo es ganar adeptos con una pose alocada que en ese momento protagoniza un mosh pit suavizado por su presencia, dedicado más al baile y el headbanging, suficiente para agrandar un ego dolido por las formas más que por el romanticismo del texto, de ahí el sobresalto de 'Don't Let The Elevator Bring You Down', rock de antecedentes revitalizadores que cuentan con el beneplácito de 'What Would Hüsker Dü?' y su puesta a punto para que su parte más hardcore los auspicie a lo más alto.
La contundencia genuina empleada se encuentra de frente con 'Nasal Spray', más focalizada en utilizar su lado mental que en recrearse en el post-punk para hacer daño, naturalidad que sale sola cuando uno tiene una rabia contenida alojada en lo más profundo de su ser, algo que también le pasa a 'Punks Of Portland', el invento del diablo más quemado con la humanidad, de ahí las ganas baterísticas por encumbrar ese juego a dos bandas junto con la distorsión, lo que les lleva a momentos psicóticos de fuzz y salvajismo, migajas para el frenesí que se vive en 'Sort It Out', llevándose las madres a los menores de edad que no deben estar expuestos a tal nivel de pogo, manteniéndolo algunos como 'Secrets' que le hacen a uno descubrir la jodida realidad del mundo que nos rodea, teniendo cabida todos en ese lugar para el que estamos puestos, excepto 'Dennis Rodman', quien hace de su hogar su propio mundo callejero, exaltado y lleno de excentricidades sonoras como a él le gustaría, filtrándose el poso de Slaves aka Soft Play en él.
📷 Victor Puigcerver