El proyecto de Evan Uschenko (voz, guitarras, percusión), Ghost Woman, pasa a ser una banda como tal, con la incorporación de Ille van Dessel (voz, batería, percusión), de ahí también el cambio de nombre GHOSTWOMAN para su álbum debut "Hindsight is 50/50", via Full Time Hobby, trayendo su primera reliquia 'Bonehead', un levantamiento de rock garagero que recuerda a los mejores IDLES, sobreviviendo la cantante a ese estado de excitación envolviéndose en un manto de oscuridad, el cual sigue su curso en 'Alright Alright', un duelo a lo The Kills, como medida preventiva al implante cerebral agonizante que inyectan con este tema, acercándose a los 50's de corte cowboy y la psicodelia de los 60's, experimentación sobrecargada que les permite llevarse a la boca un whisky selecto en la barra de 'Highly Unlikely', donde se masca una tensión digna de los mejores pistoleros batiéndose en duelo, por ello ambos miembros sacan a pasear sus sonidos prohibidos, llegando ordas de fuzz que empiezan una coronación, que llegará hasta el final de este álbum, pero para ello toca pasar el corte 'Ottessa' y su marcada pose a lo Pulp Fiction, mientras la mirada se mantiene clavada en los ojos de sus oponentes, dejándose llevar cordalmente hacia un estado zen de matrícula de honor, calentando la primera parte de la pelea del siglo, cuya continuación sopesa 'Along Pt. 2' desde la mayor de las tranquilidades, llegando a la conclusión de que lo único que merece la pena es seguir su camino.
'Yoko' se vislumbra como una rotura de esquemas llevada al límite por el cuerpo humano, creyendo ciegamente en esos movimientos corporales insanos de post-punk y new wave, llamada (in)sustancial a la provocación del rock en sus diferentes variantes, colándose fugas de lava entre las conexiones con A Place To Bury Strangers, llegando la luna llena y con ello su transformación total en lobos deshumanizados que beben del noise más callejero, desapareciendo cualquier rastro en esa búsqueda del camino alternativo, lleno de rosas y sin concesiones, que es 'Wormfeast', volviendo por sus fueros en 'Juan', coreando esa sed de venganza del arcángel más energético de cuantos había, faltando a su discilpina cromática por un juicio endiablado con su mesías, encorvándose ante el sentimentalismo de la lírica, a lo Dion Lunadon, en una segunda parte que replica tirando de las altas frecuencias para mantenerse en pie, un error de cálculo sociopático con el que dar rienda suelta a su imaginación en una jam session construída a su imagen y semenjanza, alejándose del concepto para aguantar la respiración y llegar juntos al nirvana, dejando para el tema que da nombre al álbum y 'Bulk', una muestra del legado impoluto de su magnificencia, volviendo por sus fueros más western, ciclo antigénesis tras el subidón de endorfinas recientemente vivido, pero nunca hay mal que por bien no venga, y aquí, dan rienda suelta al punk vocal más sustancial a través de un spoken word blindado a la prosperidad.