The Altered Hours debuta en largo con "In Heat Not Sory", del que poco a poco se ha ido conociendo su dirección gracias a los temas que han ido publicando de él a lo largo de los últimos cuatro meses.
El quinteto de Irlanda arranca con 'Who's Saving Who', haciendo que uno vuelva a mirar su reproductor para tener la certeza que lo que está sonando no es 'The Answer' de Savages. Los riffs van dejando entrar una melodía que llama a las puertas del micrófono compartido por Cathal Mac Gabhann y Elaine Howley, viéndose degradados por un noise de pinceladas Menace Beach, el cual se traslada a 'Way Of Sorrow', donde, sin pies ni cabeza, insta a que vocalmente retrocedan, no estando ellos por la labor, así que deciden llevarlo a un juego de shoegaze clásico de quiero y no puedo, saliendo a flote gracias a los acordes de TRAAMS.
'Rotting' sube y no deja de subir hacia el templo del rock con un solo de guitarra que voltea la cabeza a cualquiera, en formato interludio para marcar la dirección de 'Silver Leather', en donde Big Ups, parecen estar allanando el terreno para que Joe encuentre la mansión de la familia Adams, y hacerse dueño y señor de los vocales, pero al no erigirse en esa figura, el estilo de finales de los 80 y proveniente de Reino Unido se hace con el control de lo que la banda escupe por los altavoces.
'Birds' intenta unir los trozos de ruido esparcidos por el suelo de su antecesora y así evitar que el miedo se instaure. Una calma vocal algo tensa se hace con el espectro audible del micrófono, y aunque se intenta mostrar fortaleza y poderío a través de unas guitarras que disparan a ciegas, lo cierto es que no vale para alejarse de la subida a los infiernos que la instrumentación protagoniza, dejando a los vocales vendidos ante 'Saviours', la cual se aprovecha de los hechos cariacontecidos, y aunque el piano intenta poner algo de cordura, se ve superada por unas guitarras que se mueven por un ocultismo encubierto.
El ambiente lúgubre que se respira es más propio de una secta que ha absorbido su riego cerebral, lo que les impide nada más que introducirse en las aguas jazzísticas de 'Virgin Sleeve', con una voz angelical que toma el protagonismo elevándose hasta el cielo del dios al que están entregados.
La magia se va desvaneciendo, no hay vuelta atrás, 'Grey On Blue' cae rendido ante el pop más aciago. La amargura se alarga más de la cuenta, lo que afecta a 'Citadel', donde Elaine reclama ese paso atrás, aunque la teoría no se instaura del todo en la práctica, dando algunas muestras de cambio, no suficientes para que 'Laughing On Their Knees' de la puntilla a una muerte anunciada demasiado atrás.