PLAZA vuelve al ruedo con su EP homónimo, el cual lo forman cuatro temas de los que ya conocíamos 'Origami', y ese inicio de guitarras que barren todo el espectro sonoro, para diluirse y quedarse casi desnudas, midiendo con exactitud suiza cómo mostrar una tranquilidad pasmosa a la vez que mantienen el tema en tensión constante, apenas imperceptible, pero que se adueña de los vocales hasta envolverlos con una capa de lo-fi, apuntando la lírica a esa parte del cerebro que se corresponde al razonamiento, volviendo por sus fueros hasta llamar a la puerta de 'Deep In My Head', titubeando si empezar a saco o ir poco a poco, decantándose por lo segundo gracias al nervio puro que es el bajo, que irrumpe alterando la armonía jazzística para adueñarse de los bajos fondos con una niebla eléctrica, mientras los vocales caen en la languidez de King Krule, uniéndoseles un screamo coral, nunca antes visto a Bradley, al que la instrumentación consigue difuminar con una conversación alejada en el espacio al tiempo que bebe de la psicodelia cuando esta se recrudece.
'Vancouver' no necesita de ningún estallido gutural al micrófono para volver a traer los viejos fantasmas del pasado, solo unas cuerdas rezagadas que beben de las altas frecuencias bastan para soltar alguna que otra lágrima, pero para eso está la batería, para infundir esa ola de energía necesaria para volver a sonreír, y así, dejando los riffs fuera de juego, se encuentra también el remix de 'Totem', a cargo de joegarratt, el cual instala los vocales en un onda frecuencial pitufada que luego se transforman en el mismo diablo, volviendo a la mente Låpsley y cómo no su 'Falling Short', atravesando ambos de lado a lado un synthpop ochentero que rápidamente se transforma en una mezcla del 'Midnight City' de M83 y trap a partes desiguales en la que el primero se lleva todo el protagonismo residual, delatando la carne de pista de baile para la que ha sido cocinado.