Las Sarahs, Sara y Lani, debutan con su primer EP, "Eyeball Under", editado por Fire Talk y Kanine Records, poniendo a Weeping Icon en la punta de la lanza del feminismo político más inconformista, comenzando los preparativos guerreros con '-', ataviándose de aquellos elementos que más puedan ayudarles en su lucha contra el capitalismo, haciendo que en 'Jail Billz', unas pocas cuerdas desentonen alienígenamente el punk que sale por la boca de una de las Sarahs, prendiendo una mecha que se asemeja a King Gizzard & The Lizard Wizard juntados en la misma sala frente a NOTS, siendo ya la repanocha, ese ruido del diablo que no le pierde la cara al tema en ningún momento, haciendo de dominanatrix para que no haya resistencia ninguna, ganando adeptos como 'Warts', la cual lanza sus doctrinas feministas a lo The Coathangers, las cuales causan los mismos estragos que sus pioneras, Bikini Kill, aunque el rollo de vaqueras en el oeste es de su propia cosecha.
'Inauguration' alza el puño en alto mientras la agitación garagera sin escrúpulos provoca estragos de terror, cuyos gritos hacen subir la temperatura, lo que provoca un aumento de la sensación de agobio, hasta el punto de hacerse indomable hasta para ellas, donde vuelven a dar señales el cuarteto de Memphis en 'Germs', hiperrealismo gutural grunge que sobrevuela los límites mentales a base de un garage que a la par es fuzz y noise, alcanzando el estatus de My Bloody Valentine, aunque dejando huecos sonoros en el perpetrado muro que hacen que se pueda seguir el ritmo con dislocación de cuello incluída, bajando '--' al fango para tomarse un respiro y visualizar esas primeras tribus que consiguieron ya ejercer su derecho a la música desde tiempos ancestrales.
Con los pensamientos aquí y haya, 'Teeth (& A Handbag)' es una conjugación de lo que realmente les mueve por dentro, pero fijando la mirada en los 70's del CBGB, creando un loop adictivo al que se le va apegando una frustración basada en los quehaceres de la mala vida, buscando en '7', esa salida con la que puedan dejar de lado el desfase inicial de la misma, así que lo primero, es sincerarse con ellas mismas, estallando y desahogándose a partes iguales a una velocidad endiablada que, al pasarse de rosca, provoca una vorágine que va quemando los cartuchos del punk al micrófono, así como una indigestión interna en la instrumentación, provocando de esta manera su completa desalineación.
Foto de Nothing Matters