Para su segunda aventura en largo, titulada "Path", y de nuevo bajo el manto de Terrible Records, Will (Kraus) comienza muy comedido con 'Figure', un amalgama constante del teclado cuya respiración anaeróbica prepara el terreno a 'Bum', un zasca que se construye desde el auxilio ahogado de la instrumentación, brotando de la nada los recuerdos de su primer álbum, "End Tomorrow", flotando en un ambiente descarnado de shoegaze, mostrando una dureza a través de un rock duro de luces estroboscópicas que brillan con los vocales lo-fieados y reverberados, para estallar en mil pedazos y suponer así una amarga despedida que 'Games' de buena gana, toma como parte de sus cimientos, encontrándose un delay provocador que genera un juego de dobles voces al que Marilyn Manson daría su aprobado, sobresaliendo por encima del mundanal ruido industrial al que la batería ayuda a encauzar su propia paz interior, con la que no conmuta 'Grow', que vuelve por sus fueros, a la par que se muestra descontrolada al erigirse hasta el cielo de los sentimientos, comulgando las altas frecuencias místicas con los riffs de realidad virtual sobre los que 'Reach' fantasea casi babeando por encontrarse consigo misma.
De una forma casi eclesiástica, 'Follow' se planta con un skate rock garagero de tres al cuarto que hace mirarse al espejo a nuestro artista, con unos vocales con ramalazos que recuerdad a los de Diego de The Parrots, alejándose de él rápidamente para dejarse llevar por esa corriente de humo enfermizo que lo lleva mar adentro, remando 'Brief Skin' contracorriente para que la vena de aprehensión mainstream sea lo menos duradera, a lo que ayudan las baquetas plantando el germen del metal como medida de apoyo, aunque lo de volver a la orilla tampoco es cosa de 'Outside', sino más bien de 'See', y esa vuelta al redil de noche y casi ahogado por la larga travesía.
'Big Blood' recupera la alegría por vivir marcándose un tempo bailable gracias a que se ha corrido un tupido velo y las sombras van dando paso a que Will se ponga por delante de la instrumentación, aunque 'Watching' titubea un poco y se da otro baño agonizante de ese shoegaze que logra encerrarlo de nuevo en si mismo y en su mundo, notando aquí como lo personal esté interfiriendo más de lo que a priori parece, consumiéndose del todo a través del tiempo marcado por las cuerdas, lo que hace que su alma se eleve a los altares de 'Mostly'.