California es cuna de bandas un día sí y al otro también, destacando con solvencia Drama, trío compuesto por Monica a la guitarra y al micrófono, dejando que Krista se ocupe del bajo y Aimee de la batería, provocando un fuego indomable en su EP debut homónimo, mostrando 'Parking Meter' que lo suyo es la fuerza y la rabia, aunque esta queda inicialmente escondida tras una capa de Warpaint, a la cual rápidamente se le cambia el tercio al penetrar en nuestra cantante el espíritu de Stephanie Luke, batería de The Coathangers, provocando que el punk garageado sea la nota predominante en lo que supone una confesión que no puede ser contada delante de ningún sacerdote, pero que tampoco se debe quedar en su círculo más cerrado, así que la exponen ante el diablo, provocando con ello que su contrario arda en el infierno, mientras ellas se incautan de ese fuego sin control, poniéndolo al servicio de su resaca y su arrepentimiento en 'Speed', la cual se tira de los pelos al ver toda la violencia acumulada entre riffs fuzzeros y garage destartalado, no alcanzando su órbita la calma plena que las haga descansar en paz.
A 'Classic Beat' se le acumula todavía el alcohol en la sangre, pero aún así es capaz de soportar el derrumbe que se le viene encima, cuya autoría está directamente realcionada con HONEY, a lo cual ellas responden escarbando en el subsuelo para encontrar la salida con el letrero 'PINAY69', vuelta a su refugio para sacar adelante de nuevo sus mayores perversiones, estando atentas esta vez para que nadie pueda seguir la pista de ellas mismas o sus rituales más agnósticos y hardcore, envolviéndoles inesperadamente 'Kink Shop' la lengua de un veneno viperino, y que por si no fuera suficiente, acaba por cortarles la cabeza para que no se vuelva a expandir, perdiendo el alma en sus entrañas al tiempo que el tono va cogiendo forma de 'que no, que no, que no, aunque ellas digan sí' en clave NOTS, pero aún así, 'Doo Dah' se centra en dar sus últimos coletazos con un último ataque revestido por las de Atlanta, encabronándose más y más a medida que la cordura por falta de sangre va dando pie a la locura instrumental más disonante y arrítmica posible.