Left Of The Dial 2025

La premisa del Left Of The Dial antes de acudir a él, era que si se alineaban los astros de la tormenta Benjamin, el rock, el punk, el shoegaze, el hardcore, el post-punk y la oscuridad, iban a ser los ganadores, empezando a ser así desde el jueves con Soapbox y su estado alterado de normalidad, llegando con ellos la exasperación vocal de los de Glasgow, vieja conocida por estos lares, no así su sudoración activa y pasiva, de miradas furtivas, la cuales les dieron el impulso necesario para que la gente perdiera la cabeza con ellos.

Un must eran PISS y los canadienses no defraudaron, ya que se han hecho con un Top 5, y es que dejaron claro cómo querían su espectáculo, haciéndoselo saber al resto, antes de que todo fuera ruido y espacios vocales sufridos para poner de manifiesto el feminismo y la lucha de la mujer, elevando su dureza hardcore a donde debía entonarse, llegando así un subidón que había que rebajar con Lo Simple, en cuyas filas se encuentra otro de los artistas congregados, GAL GO, derrochando el trío un rock bailable que por mucho que lo quisieran hacer dark dark dark, la conjugación de sus dos cantantes lo llevaba a terrenos menos tenebrosos que los de su dream-pop, constante y sin agobios para fluir hacia C'est Qui, revolución energética de taurina que aparte de jugar en casa, tienen ese toque de Lambrini Girls, tanto por actitud como por los terrenos punk activistas de su música, ambos deseosos de mosh pit de mujeres al frente, dando caña sin respiro para alimentar las almas sombrías de ruido infernal.

Computer se llevaron el gato al agua con su noise mental hipnótico, llevado hasta la extenuación antes y después de ser regado por la actual moda del saxofón, la cual, en su caso, tiene un sentido de extensión itinerante de excentricidad, la cual de forma brillante, se integra en las canciones de su reciente álbum debut, "Station On The Hill", descargando junto a ella una atronación blanca y rosa, que solo los magos son capaces de llevarlo hasta ese punto en el que la adrenalina cubre todo el espectro sonoro.

El viernes, después de una mañana intensa en los conciertos extraoficiales, Lemondaze se cargaban de razones underground y deformaciones shoegaze, sobre las que el grunge perpetraba su secuestro, dejando una sensación de calma extasiada, a la que bien le entraba el rock perpetuo de Martial Arts, los cuales empezaron despacio pero con buena letra, para sacar poco a poco esa furia electrificada, embebida en el desparpajo cordal de su sonido, perfecto para que Hank me abordaran como ese animalito apacible, al cual si le das la mano te coge el brazo, yendo su acondicionamiento baladista hacia un vendaval cargado al hombro como su pasajero oscuro.

Es verdad que Pebbledash tienen ese mismo perfil, solo que ellos basan su relajación en un ataque acústico cuya cotización en el mercado equivale a una dureza extravagante que no ves venir, escondida tras una fragilidad que, por ejemplo, Bruise Control no muestran ni mostrarán, ya que lo suyo, es rock sureño de posibilidades ilimitadas en lo que a perder la razón junto a ellos se refiere, desencadenando a su paso un huracán de nivel 5, tras el cual, ya nada vuelve a ser lo mismo por mucho que uno lo busque.

Aunque si uno se topa con MOJA, el dúo japonés instrumental es capaz de despertar a un volcán, por lo que no me extrañaría que ellos fueran los provocadores directos de algunos de ellos en su ciudad natal, y es que su estruendo rudo y de lírica repetitiva, le meten a uno en un bucle del cual no quieren salir, a menos que sea para terminar el día viendo a Thistle., quienes vinieron a llenar el vacío de nebulosidad plena que le faltaba al festival, integrando destellos de radicalismo sonoro, cuyo sufrimiento bebía del sufrimiento integrado en los drops tan aprobados por el público.

El último día había que atender en primer lugar a quien tantas veces han aparecido por aquí, Fuzz Lightyear y cuyo rastro de explosiones vividas en directo, mejoran incluso a lo que suena venido del estudio, deleitando a base de energía descarbonizada y violencia carismática puesta al servicio de la crudeza del cantante, lo contrario que The Youth Play, aunque en su caso fue un visto y no visto debido a las solapaciones de rigor, aunque con tiempo suficiente para dejarme cautivar por esa no wave impregnada de post-punk, que en el caso de Body Horror, se la llevan por la corriente electrónica ochentera del synth-punk, los cuales, además, hicieron homenaje a su nombre destrozando el primero (Body) y llevando al segundo (Horror) al extremo sintonizado de un Halloween, el cual ya se podía visualizar perfectamente.

Otros que mejoraron sus discos fueron TH da Freak, mostrando esa capacidad de llevar las cosas al extremo, como ese final de película que se marcaron, al armonizar sus cuerpos con una cascada sonora que parecía no tener fin, aunque había que cortar para ver la locura que The Family Men prometían, cumpliendo a rajatabla con ello, mostrándose fuera de sí al igual que Gob Psychic, gamberros hasta lo excesivo, sacando a relucir un garage coqueto consigo mismo y los demás, saltando en mosh pit para que el delirio fuera común múltiplo a lo que se espera de su cercano álbum debut.

Caña, caña y más caña es lo que dieron The None a una Rotown rendida a su instrumentación y al algarabío de la cantante, con esa actitud a lo Show Me The Body que le recorrre a uno por el cuerpo cuando los tiene delante, esta última con un par de micrófonos a la vez para elevar su propuesta a la de éxtasis supremo, mostrándose excelsos en potencia sónica y con la actitud del Bronx que se les supone, aunque cayendo también en lo emocional por contar entre sus filas con el guitarrista de Cassels, poniendo un broche de oro con 3 vinilos, 1 camiseta y una sonrisa de Joker.


📷 Retratando Voces