El 2012 y "Waterspot" (Subterfuge Records) quedan ya algo lejos, pero las ganas de sobreponerse de David T. Ginzo (vocales, guitarra y varios instrumentos más) y Juan Diego Gosálvez (batería y coros), han hecho que Tuya resurja de nuevo como el ave fénix para presentar su nueva niña bonita, "A War Is Coming" (El Rayo Verde), llena de vida experimental, cocinada a fuego lento, y al que se ha sumado a los teclados Oscar G. Hinde.
Las siglas del nombre de su álbum, 'AWIC', son las elegidas para arrancar un disco que se aleja de cualquier foco urbano que se precie, colándose anti-armónicamente el mensaje subliminal de su epígrafe, como aviso para infundir un miedo relativo que se dispersa con la fílmica entrada con la que 'Hedgehog Avenue' deja patente su sello personal, siguiéndole un mar de nebulosa made in Stranger Things que se nutre de unos vocales que beben del Bronx, rebajando el tono hasta límites insospechadamente agudos gracias a la influencia que el theremin ejerce sobre ellos, siguiendo con los 80's, las cintas en el pelo en la cabeza, las camisas desabrochadas, los vaqueros rotos y los descapotables hasta su final.
'Intrigued Walk' combina a partes iguales el pop de movimientos kraftwerkianos con el del El Genio Equivocado, preparándose para la llegada estelar de 'Koniec', con un tono de rapero americano que necesita de su featuring aka divo de turno multivocalista para llegar a todos los rincones, el cual, adquiriendo todo el protagonismo a base de confeti, y desplegando sus alas por 'Winds', dotándole de una fuerza tal que es capaz de sobrevolar el cielo lleno de 'Pollution', donde los caballerosos vocales se entremezclan con Alt-J para contar la historia de su vida.
'The Old And The New' sobrevive de la caridad sonora, pendiente de ese impulso que lo despierte de su letargo, y cuando lo consigue gracias a la fuerza de Rag 'n' Bone Man, las cosas que antes parecían inalcanzables, ahora se vuelven de color de rosa, como en el cuento 'Sea Monster', donde la orquestación de sus primeras páginas, mete a cualquiera en un mundo de fantasía que Juan Diego aviva a cada momento a base de baquetazos, los cuales relanzan el conjunto para alcanzar el nirvana eclesiástico del que 'Time To Time' se hace eco en sus inicios, cambiando de emisora para evocar a unos Tame Impala que aquí beben de la década prodigiosa, la cual muestra todo el sci-fi que albergó bajo el manto de la muñeca 'Nancy', una fantasía en toda su expresión, la cual se aleja de lo que una rockstar se supone que es, concentrándose más en su café y en la gente que le rodea, más que en tenérselo bien creído, aunque se olvida del escritor de la lírica.
'Sad Poet' bebe de las aguas revueltas que su musa ha dejado en él, con sollozos y una marcha fúnebre de la que podrían haberse hecho cargo The xx, la cual deja ríos de tinta que salpican directamente a 'Traces Of Salt', empapándola de melancolía pianística a la que añaden unos vocales que encajan como piezas de orfebrería, al igual que el resto de elementos que completan la orquestación, con la experimentación de la que hacen gala, la cual se ve dando el do de pecho final.