WALL - Untitled

Un hola y adiós, así es como se resume el primer (y último) LP de WALL, y esto tras maravillar al mundo con su EP debut homónimo en formato 7" a principios del año pasado, publicado todo a través del sello de Brooklyn Wharf Cat Records, en donde el post-punk se hacía con el control de todo a la vez que honraba la memoria del propio estilo, trayendo a unos ilustres Joy Division de vuelta, pero ahora la historia se amplía, con 'High Ratings' dejando la etiqueta 'post' de lado, envolviendo los vocales de Sam(antha) contra el mundo en llamas rockeras provenientes de la disfunción rítmica de una instrumentación con un punto más encabronado de lo normal, tomando un camino más relajado 'Shimmer Of Fact', pero no falto de una intensidad, como así refrenda el baño rojizo cuyos dientes son mostrados a través de unos riffs maníacos que evocan el mal de altura que tiene alguno de sus pasajes vocales, lo que les lleva a sumergirse en un vórtice de oscuridad que se realimenta sobre todo del bajo, provocando más de un dolor de cabeza, del cual deben tomar precauciones si no quieren que la mierda riot grrrl de 'Save Me' les salpique en la cara con la velocidad con la que Radkey maltratan sus canciones, alentando el juicio de vocales inocentes para que se tiren los trastos los unos a los otros, donde el subconsciente no esta por la labor de echarle una cable y poner la calma necesaria, sino que se limita a mirar su propio pellejo.

'(Sacred) Circus' se mete en varios terrenos pantanosos de los que sale airosa, mutando patológicamente el post-punk conocido en una suerte de estallido cuasi hardcore que se mantiene por muy poco en los ramales del garage, volviendo las aguas a la calma, pero no al micrófono, donde de una forma ruda se van destapando secretos de alcoba procedentes del militarismo de secta del s.XXI, reclamados a tumba abierta por 'Wounded At War', con escenificación americana donde la bandera debería ondear a media asta y rendir así homenaje a los caídos, pero el mensaje es interpretado como una burla al sistema, con la orquestación sin venir a cuento, lo que provoca una ida de olla en Sam que hace que el resorte antisistema que lleva incrustado de serie salte armando la de su madre.

Si The Coathangers pusieran la vista en Nueva York, se sentirían orgullosas de ver como sus voces se sobreponen por encima del estilo que marcó el final de los 70's en 'Everything In Between', y su llamada a participar de esa secta a la que intenta unirse en amor y compañía un saxofón que no remite ante los constantes achaques del bajo, poniéndose en relieve la prolífica maravilla que se da ante nuestros oídos, alzando a Hannibal Lecter a que tome el descontrol rock de 'Charmed Life', donde el baile de coreografía Pulp Fictionana  marca los tempos de una batucada tribal efeverscente que no sabe ni por donde le vienen los golpes en 'Weekend', ganando la perversión instrumental gracias al desgañite que se pegan las cuerdas, haciendo lo propio la batería a bombo y platillo.

Una nube de polvo de restos lunáticos del poder febril del sábado noche todavía se manifiestan en 'Turn Around', tomando el control por medio de una sobrecarga en los altavoces, recibiendo una descarga de fuzz y noise desorbitado que ni por todos los cariños del mundo nadie en su juicio se quedaría en esa fiesta, la cual se lleva 'River Mansion' hasta un estado de shock aural en el que el alma se inmaterializa, alejándose de la vida humana para centrarse en los automatismos, metiéndose uno de ellos en un bucle espacial alias riff de 5 notas en contante movimiento, que ante el afán de producir amnesia temporal, el bajo lo descoloca para evitar un daño mayor que afecte a lo personal.


Foto de James Ridley