Hit Bargain - A Dog A Deer A Seal

El LP debut de Hit Bargain para Get Better Records, "A Dog A Deer A Seal", es un fragor tras otro de underground envenenado, obra de la cantante Nora Singh, el guitarrista Mike Barron, el bajista Sean Monaghan y el batería Anton Hochheim, quienes enfilan 'Immaculate Vaxxer' como la potencia sonora por anotnomasia, venida de un frente que entra por el norte y del que se apodera un caos volcanizado, en el que la lava provoca un espectáculo de post-punk, y que al secarse, es el fuzz y el garage, los que toman el control, reluciendo un militarismo que se nutre de las entrañas de 'Hair Trigger', un combinado de proto-punk y los insanos riffs que habitan en su interior, con los vocales expresamente carbonizados para la ocasión, intuyéndose claramente retazos de Cocaine Piss y L.A. Sagne, algo que podría significar un aumento de 'Pressure', pero ello está fuera del vocabulario conductor de su música, reverberado para darle más énfasis, por si acaso el glaucoma sonoro que cohabita junto con el contrapunto de sus cuerdas, no era suficiente bomba de relojería sobre la que apoyarse en sus memorias, todavía por escribir.

'Degree Decree' se revuelve y experimenta con la locura a todos los niveles, sacando de quicio a cualquier prototipo sociopático al que pretendan emular, un ejemplo de desfibrilación instantánea que insufla vida a 'Cloud Cover' y esa oscuridad regresiva envalentonada por los susurros del upside down, carne de cañón creciente hasta llegar al estatus de primera potencia mundial, rollo Cloud Nothings en 'Wasted Days', aunque aquí alcanzando la rotura de forma satírica más que istriónica, distorsión placentera de la que 'Worst' saca provecho a través del decaimiento moral cordal, un mar de lágrimas enardecido contra el muro de fantasía aka Sheer Mag, enganchándolo con un final de disfuncionalidad jazzística capaz de alterar la sangre hasta el más pintado, como 'Small Radius', potro desbocado con el alucinaje como empoderamiento sobre el que ríos de riffs perturban el conocimiento inmersivo de sus majestades 'True Crime', una festividad local amortizada en torno a una depresión sonora que nunca parece tener bastante, algo que supone una desorientación marcada a fuego en un entorno benéfico para con su realidad, lamento sentimentalista rociado con la gasolina de 'Cheat Grass', emborrachada de lujuria y siendo condescentiente con el prójimo, un respiro para el game over que supone el tema que da nombre al álbum, donde el hardcore muestra el daño que el retroceso melomaníaco de su propuesta puede producir, estableciéndose en segundo plano hemisférico un noise cuyo objetivo más ambicioso es entrar en cólera y hacer del escándalo su modus operandi.