Current Affairs - Off The Tongue

Aunque la vida da muchas vueltas y los singles y los EP's van pasando, Current Affairs se mantienen anclados al post-punk y a la no wave en su álbum debut, "Off The Tongue", via Tough Love Records, desatándose Joan Sweeney al micrófono con un punk de altas frecuencias, el cual conjuga a la perfección con la oscuridad cordal que planea por 'No Fuss', contando con intervalos de reflexión en el que la distorsión opta por mantenerse en un segundo plano, al igual que en 'Reactor', escenificando momentos de electrificación y grunge, con los que desviar la atención destinada a la guitarra de Sebastian Ymai y el bajo de Gemma Fleet, Andrew Milk a la batería mediante, colisionando definitivamente sus mundos y el de NOTS cuando 'Right Time' asoma la patita por los altavoces, provocando una danza sin huesos por los albores de los últimos setentas y los primeros ochentas, rolleando mientras la cabeza se pierde por entre 'Riled', golpe barítono encima de la mesa que evapora cualquier atisbo de cambio con respecto a su antecesora, maniféstandose vocalmente a través de ambas figuras femeninas para marcar las diferencias.

'Get Wrecked' oposita llevándose la diversión y la tensión, a la pista de baile, intercambiando las vocalistas su posición al frente para que la presión se mantenga constante, beneficio sideral que ralla sus cuerdas contra una psicodelia sci-fi con la que dan paso a 'Regardless', segundo laboratorio sonoro a caballo entre lo real y lo visceral, propuesta que homenajea de nuevo a las de Memphis mientras explora terrenos más transilvanos, sacando los colmillos a relucir para dar el mordisco al que 'Cahoots' no se puede resistir, y que una vez dado, infectado por el veneno de Glasgow, sale de su ser una vena de rock tenebroso incapaz de resistirse a su lado más cincuentero, estilísticamente hablando, ya que los riffs a destiempo marcan el paso del tiempo hasta 'Casual Radicals', sacando brillo sintético a ese 'Big Limit' que marca 'Her Own Private Universe', última oportunidad de subirse a su barco, a velocidad reducida, pero con el punk delimitando la barrera psicológica de estar haciendo lo suyo sin cometer ningún sacrilegio por ello.