Baby Jesus - Rock And Roll Music

El debut en largo de Baby Jesus, "Rock And Roll Music", para La Pochette Surprise Records, manifiesta un poderío sonoro basado en el garage y el rock libertino de aquellos maravillosos años 50, presentando 'The Crawler' al quinteto sueco en un entorno salvaje en el que el presentar una coreografía es una obligación, los vocales abrazan el punk en crudo y la locura es transitoria hasta alojarse también en 'Don't Pass Me By', reclutando a su antojo a los archiconocidos The Parrots y Los Nastys, rememorando así aquellas tardes de cervezas y risas a la orilla del mar, oscilando el headbanging por entre la quema de suela en la pista de baile, dejando en alto que el surf rock forme parte de 'I Wanna Hear Her Say', desenfreno que incluso se da un respiro amoroso que celebran amigos y conocidos, algo que hace que la fiesta se desate en su honor, de ahí que acaben desbocados en sus funciones instrumentales, buscando con ahínco 'Down The Line' el after hour necesario para que esto no llegue a su fin, revolviéndose los vocales más de la cuenta para ser los reyes del cotarro, pero la energía a su alrededor se muestra crítica por momentos, llegando a un punto crítico que obliga a hacer balance de la situación y situar en órbita aquello de que 'Maybe Tomorrow' será otro día.

Con las pilas cargadas, 'Right Before I Go' llega como rebelión panorámica del rock y del roll, sacando ambos a pasear por los altavoces, para delirio de un público que a las primeras de cambio se enreda en un mosh pit al que 'These Days' no para de dar cuerda, girando en solitario o en parejas, como antaño, proyectando la fiebre del sábado noche en '...And I Saw', calma repositoria de un mentalismo que se respira en solitario para empoderar la lírica una vez más, mentira codiciada para lo que es 'I Can't Have It', primera piedra de todo este revuelo y al que solo importa el ritmo del que se ve impregnado, volviendo el canibalismo sonoro en perfecto timing para hacerse con la 'Rock And Roll City' y moldearla a su gusto, proliferando las sobrecargas y el fuzz místico, como disfrute colectivo de un mantra que se repite como colofón en 'Rainy Eyes', premonición quasi pop de lo que iban a acontecer los 60's.


📷 Carina Jäghammar