El segundo álbum de Beige Palace, "Making Sounds For Andy", supone su debut para el sello Human Worth, por ello 'Not Waving' no deja de llevar su sonido a la experimentalidad rocambolesca de rock y punk que se preveía, una delicia sustentada por Ant Bedford (voz, batería), Kelly Bishop (voz, violín, teclado) y Freddy Vinehill-Cliffe (voz, guitarra, teclado), quienes se recrean además en unas cuerdas a las que sacan brillo frecuencialmente, suavizadas estas jazzísticamente en 'Local Sandwich', estrenándose todos a una alrededor del micro como fuerza de destrucción masiva, contagiándose instrumentalmente gracias a la expresión máxima de un fuzz barriobajero que osa ponerse incluso en primer plano, oda que sigue el mismo camino en 'Bon Voyage', aunque aquí se despiden, al principio, de su energía vital en pro de un destartalamiento sinfónico que acumula una rabia tal, que no les queda más remedio que soltarla en 'Distant Fizz' de la forma más halloweenesca posible, llevando la tensión hasta la frustración del que quiere y no puede salirse de este círculo satánico.
'My Brother Babagwaa' es la culminación a su rito de iniciación en las artes oscurantistas, saliendo una parte animal que jamás volverá a ver la luz de la luna de forma tan explícita, aunque sus restos se manifiestan vocal, cordal y baquetalmente, a lo largo y ancho tanto de 'Waterloo Sublet' como de 'One-Man Haunted House', desesperanza total que aboga más por lo artístico aunque con el punto ese de mantenerse firmes en sus condicionantes musicales, necesitando aullar a los cuatro vientos ese 'Useful Idiot' que todos conocemos, arrastrando hasta el extremo el procedimiento de su trato para con los demás de su sonido, lo que se traduce en una descarga de adrenalina quasi grungera que deja a cualquiera con ganas de 'The Depraved Beast', condicionante meteórico cuya mordida parece ligada al sufrimiento, cambiando todo de buenas a primeras en favor de un poderío armonioso construido a base de riffs conjugados con los vocales y una psicodelia sci-fieada capaz de revolver las entrañas de la concepción humana.