No hay caída programada que valga, de ahí su vuelta al ruedo con una catarsis llamada 'It's Mine', alternativa quasi metalera que por momentos recuerda al ambiente guitarrero de IDLES de puñetazos de idas y venidas, y un solo receptor, así como a esos veranos sesenteros de libertad incondicional, alocándose más su estrategia con 'Motorbike Song', alimentando al monstruo con un mosh pit alocado que gira entorno a Woodstock del 69 y el realismo de cabalgar por una fantasía humedecida por la sangre que sueltan ellos mismos, empolvando el suelo por el que pisa 'Doing In Me Head' con el peligro en extinción de un tour permanente y la forma de sortear las turbulencias que en él se producen, al tiempo que les atrapa una realidad que juega realmente a su favor, ganancia que toma tintes anárquicos peyorativos acelerados por ese corre corre que te pillo endiablado ante los 'Pigs' y que desata una pared del infierno, la cual golpea directamente a 'Bailing On Me', conjura a lo Third Man Records, barajando la mejor forma de entrar a matar mientras su visita a este mundo ralentiza sus constantes vitales, correspondiendo este planteamiento a encontrar ese hit volcado al post-punk aka 'U Should Not Be Doing That', arrastrado a un estado de subversión americano, de ahí la grandilocuencia de su rebelión contra todo aquello que supuestamente no está permitido o mal vista, a lo que ellos responden sacando su propio rugido instrumental y es que sus cuerdas y las de 'Do It Do It', no saben callarse y tampoco lo quieren, aunque sea en un entorno universitario en el que la juventud pende de un hilo y necesita el empujón de de 'Going Somewhere', dureza imperial que muestra más roll y clase sobre cómo presentarse ante la audiencia y llevarla al limite, como sin querer queriendo, siendo 'Me And The Girls' ese postre en el que la fiesta subversiva se contrapone gracias a un didgeridoo de sonoridades tropicales y multiculturalidad al poder, consistiendo un desgarro cordal efusivo y necesario para dejar las cosas claras, como sino lo estuvieran ya.
Amyl And The Sniffers - Cartoon Darkness
La magia de los australianos más irreverentes, aka Amyl And The Sniffers, tiene nuevos capítulos que mostrar, enfundados todos ellos en "Cartoon Darkness", via Rough Trade Records, dando 'Jerkin'' una lección de calentamiento punk supeditado a una lírica reivindicativa a la altura de Amy, detonando todo esas distorsiones entrelazadas entre las vivencias en primera persona, directas y con los riffs cargados para apuntar a 'Chewing Gum', y no, no me refiero al de Nina Simone, aunque da el mismo juego por el tono usado, causa probable de sus no pelos en la lengua y ese aura canalla que salpica todo, metáfora que sirve de ejemplo para exprimir la vida hasta que esta se nos queda sin el sabor del principio, al igual que ese amor situado entre la psicodelia y la mortalidad cordal de 'Tiny Bikini', un paso más cerca del garagerismo y la suciedad, alto octanaje que es llevado en volandas con un k-pop irónico pero refinado, con el que logran colarse en la mente de uno y explotarla desde dentro, siendo ese retiro que subleva sus adicciones sonoras altruistas y que 'Big Dreams' se las hace pagar con una recarga de pilas subestimadas que les hace frenar y analizar ese zambombazo de popularidad, el cual les ha disparado a lo más alto de la industria musical.