"Flower Violence", el debut en largo de Blóm, via Box Records, es la consternación de los temas que corroen por sus entrañas cerebrales, englobados en feminismo, homosexualidad, salud mental, socioeconomía, cristianismo, Twin Peaks,... empezando 'Audrey' a descifrarlos a través de un punk que hace trizas al personal gracias al aforismo generado por Hells al micrófono, en constante expansión gracias al doom psicótico que montan a su alrededor Erika al bajo y Liz a la batería, dibujando un paisaje cuyas más sombras que luces lo hacen dulcemente aterrador, llegando el krautrock para hacerlo pragmáticamente desafiante, desahogo emocional que la cantante enlaza con la experimentalidad de videojuego de 'Meat', terminando la partida cuando el stoner descarga toda su metralla en forma de pogo que roza en ciertos momentos la sobrecarga sonora de todo el equipo, aprovechando ahí la acidez de las cuerdas para infligir todavía más daño, teniendo tiempo después de la hecatombe para llevar a cabo su propio homenaje analógico a los 8 bits.
'God' intenta correr todo lo deprisa que puede hacia una new wave en la que las estridencias anteriores siguen muy presentes, haciendo de ellas una de sus características principales, afectación vinculante a una locura transitoria infernal que también se cuela en sus directos y 'Übermensch', alcanzando un estatus de noise garagero que ya no suena a novedad por su Newcastle Upon Tyne natal, tierra de Luxury o Waves Of Dread, otros que saben como afilar sus armas para agitar a los suyos, así como trasladar la naturaleza improvisada de la pista a sus temas, destrozándose 'Be Kind' interiormente gracias al pogo gratuito que no deja de girar a su alrededor, capaz de amedrentar a pesar de que la intensidad a dado su brazo a torcer con un respiro que la tensión empleada no se toma nada en serio, saltando los plomos como fuegos artificiales en un final de película catártico en el que además aflora el temperamento vocal de Christina Halladay (Sheer Mag).