Bollard

El último pelotazo de Bollard se llama 'Ziggurat', y su culpabilidad al respecto reside en ser la resaca perfecta al concierto híbrido montado a partes iguales entre Big Ups y bandas sacadas a colación por Speedy Wunderground, como Squid, siendo los primeros culpables de ese rock de tranquis que cuando llega el momento, se endiabla y alcanza un punk que juega a dos bandas, la instrumental y la lírica, entrando los segundos a escena cuando se trata de llevar ese momento a un estado de locura enajenada que Benton Ching, Luke Scott, Tom Walsh y Wes Faulkner, han recogido de los momentos de oscuridad reproducidos en los temas que componen "Beware The Atto Fox" y "Trawlers", donde la tensión cuantitativa queda enmascarada por riffs dream-poperos, la acidez se instala en las guitarras pero no se traslada al ambiente, acabando en jazz o nerdcore según el estado de ánimo en ese momento, algo que se ve desde fuera como una pausa que augura que el futuro nuevo disco de los de Melbourne sea conciso, catastrófico, generoso con las masas, recuperador del espíritu post-punk más salvaje, erudito de su éxito más práctico, prendedor de incendios difíciles de apagar y decenas de adjetivos más que se traducen en que será algo que echarse a los oídos sin dudar un ápice.