Los cuatro tres jinetes del apocalipsis debutan en largo con "Super Awkward, Fucking Awesome", via Ciudad Oasis, y lo primero que llama la atención de 'Eat Snot', es la profundidad sonora que alcanzan Samu, Adri y Yago, concentrando el underground garagero español en The Parrots, Los Nastys y ellos, poniendo su empeño en la parte bailable y así atraer a su ser a Pulp Fiction, cuyos movimientos quedan marcados al juntarse en el mismo corral con un desparramado Ty Segall, el cual monta a su alrededor una secta de cuerdas que amamanta una instrumental que muestra su superioridad, llegando a agitar una coctelera que desparrama todo el alcohol sobre 'Blisters On My Teeth', imponiéndose entonces el punk en sus cuerdas vocales, pero no por el esparcimiento líquido en sí, sino por no ser eso que la gente espera de ellos, algo que, tras relajarse con un bálsamo casi en acústico, ven como que ellos no son los que tienen que cambiar, lo que celebran con un grito que les da la rabia para que 'Goats' siga en los mismos derroteros, tocando y cantando en comunión para flipárselo como si estuvieran en los 70's más salvajes, peregrinando el amor hasta que Parquet Courts lo envenena y los vuelve locos del tó, tirando 'Wasted/Young' del tono análogo inicial que Hinds practican en 'Castigadas En El Granero', para apresurar a que la locura pierda los papeles por los dos antónimos que rezan en el título del tema, ya que no se puede poner una sonrisa para la foto cuando la realidad la muestra borrada de la cara de las nuevas generaciones.
Kings Of The Beach no bajan la guardia con el objetivo de seguir tirando de un carro que muestra una variante surfera que hace que 'Why Hawaii' junte a Baywaves con una psicodelia, que encierra un monumental cabreo, que se redime reverberantemente junto al desdoblaje cinematográfico de carácter MC que representa 'Slacker', cuya acción es controlada vocalmente por el espíritu exaltado de un Joe Talbot (IDLES) que les tienta a bailar como lobos al son de la luna llena, poniendo el foco ante una esperanza amorosa desdramatizada cuando el complot madrileño vuelve a asomar por 'Empty Bodies', fluctuando un choque de trenes neuronal, con la razón instrumental golpeando la lírica más cerebral, llegando ambas a buen puerto en 'Surfin'', y volviéndose a romper en 'Young Angus Young', balada del deshonor que entra en cólera vocal al verse relegada a un segundo plano, pero su conexión con el público, al que batean, redirigen y condicionan al mal, hace que se sitúe de nuevo en el candelero, ardiente por aquello de volver a tropezar en la piedra amorosa de 'Creist Or What'.