Tunic - Complexion

Ha pasado el tiempo y Tunic han ido infectando su sonido hasta toparse con un ente sin alma que el hardcore y el punk se han encargado de moldear hasta dar lugar a lo que es su álbum debut "Complexion", via Self Sabotage Records, donde desde el primer momento, 'Nothing Nothing' erradica cualquier posible pesticida que pueda afectar al crecimiento de este germen, basado en Bad Breeding y en una expresión vocal que utiliza el miedo antes que el mensaje, viéndose acompañada de un noise garagero de luces fuzz estroboscópicas que son un bendito sacrilegio para 'Envious', donde David, Rory y Sam, se convierten en bufones de una estrategia viril sin precedentes, sentándo cátedra con la pillería de las segundas líneas en su visión del juego, haciendo que la instrumentación tome sus propias decisiones sin tener que ser una mera títere del montón, de ahí la alevosía oscura que domina a 'Getting Sick', abogando por bailar mientras se descerrajan la piel a tiras, quebrantando la minuciosidad de su alteración sensorial a través de una catarsis que no balbucea ni un ápice, ahogando con ello los conductos auditivos, algo a lo que 'Evan' se suma junto a una necesidad gutural soportable en frecuencia y volumen, que va escupiendo sus inexpugnable franjas de odio en un afán por acercarse aún más al punk de los 70's.

El alivio corporal llega de manos de 'Sand', interludio atemporal que sirve para que el trío saque en 'Dry Heave' el metal que lleva dentro, comiéndose David el escenario como si del puto Freddie Mercury se tratara, soltando unas perlas insultantes que provocan una penetración en carne viva de lo que es un ritmo infernal sacado de METZ, Modern Technology y demás amigos varios que gozan de una esclavitud endemoniada, personificada en 'Blessed', donde renace de sus cenizas con el estímulo agudo de una alarma que hace saltar la banca de su definición estilística, añadiendo un nu-metal al micrófono que es un bombardeo atómico sacado de Hiroshima, sobreviviendo 'Empty Handed' a su onda expansiva a través de una división de antologías poéticas que esperan su turno pacientemente y así poder desmembrar  cuellos con la sola presencia de las cuerdas, amén de unos vocales exaltados que gratinan su presencia con una delicatessen romanesca que acentúa el salvaje sentido que se tiene de ellos.

'Paper' coge aire con una especie de grunge con el que estos bastardos sibaritas del menudeo exponencial siguen manteniendo el cosquilleo en el cuerpo, volviendo al cúlmen de su obra cuando 'Pores' toma las riendas del disco, encarándose a la mínima con sus sucedáneos para mostrar quiénes son los putos amos del cotarro, subiéndose a un elevado trono en el que algo de jazz fundido idiosincrásico y asalvajado, acondiciona el terreno anímicamente para afrontar la segunda taza de esta medicina suya, 'Frontal Lobe', acupuntura fina infernal que se utiliza desde los ancestros para aliviar unos nervios que quitan el fogueo de unas balas que aquí son de plomo y calibre de esos que hacen pupa a cualquier pared.


📷 Adam Kelly