Primitiv Parts (no confundir con Primitive Parts), es un cuarteto de Detroit cuya alineación inicial ha sufrido un par de cambios desde su creación, mostrando a pesar de ello una ansiedad de libro que ya es identidad de la banda, la cual les ha hecho presentar sus dos primeros EP's con un solo día de diferencia, compartiendo ambos su amor por el garage y post-punk, con su homónimo creando una estela de ritmos cordales adoctrinados que sus componentes siguen a rajatabla, basándose en un rock de baja autoestima, que en 'CCW' empieza a desmadrarse gracias a esa actitud Palbertiana que desoye de todo para centrarse en una experimentación en la que cada cual entra y sale cuando le viene en gana, amén de los vocales de Robin, los cuales manifiestan un punk barriobajero que vacila de su trastorno BIG UPSariano, dejando sus restos victorianos en manos de 'Wunderwaffen' y una electricidad estática que supera los límites de la física, así como el uso de unas cuerdas que pretenden ser saxofones, y de los cuales 'So Dark' no se responsabiliza en absoluto, orfandad que cae a plomo como el movimiento de sombras propio de una jauría de zombies, enrolándose en un loop ejecutado con el carácter de Preoccupations, no escondiendo por ello unas remesas catatónicas de alarde perturbador que tienen su culmen en 'What Can We Burn?', donde lo ancestral de su propuesta se organiza en una jam compilation que tira de todas sus habilidades brujeriles para seguir de rigurosa actualidad.
"Open Ending" conjuga un trastorno supeditado a un post-rock, a priori inofensivo, con las ganas irrisorias de poner los puntos sobre las ies en la lírica, sacando el rodillo por un frente que incluso manda sus condolencias al respetable, enchufados todos a un estudio que marca su nueva época dorada, o más bien de un color sangre, el mismo que 'Bad Vibes' gotea por el escenario, encerrando tras de si una industrialización que trae la corriente irlandesa de nueva cuña, léase por ejemplo, The Murder Capital o Fontaines D.C., dirigiéndose con paso firme hacia 'Internet', la cual modifica los genes de su antecesora para transformarla en un hábito de monja a medida, declarándose en rebeldía transitoria al añadirle una vida extra a costa de Woodstock'69, tornándose esta en una pesadilla incendiaria gracias al fuzz de fuegos artificiales de 'Tar Pit', ardiendo en el infierno por actos propios y ajenos (aka 'Lord'), los cuales debilitan su volumen de sangre en las venas, cayendo en picado por un mar de lágrimas de cocodrilo que confluyen en un apogeo alias revuelta final, acondicionada orquestalmente desde la batería, desde donde enseñan las uñas de una historia que todavía no ha derramado su última gota de tinta.