
El desmadre llega de la mano de 'Edge Of The End', juntando un calor infernal, sudor y un toque irreverente de mosh y crowdsurfing, lo que anima a que se produzca otra visita de su californiano favorito, provocando un descalabro emocional más vívido del que juega sucio en esto del underground y menta a su vez a las altas frecuencias, cuyo colofón es un colapso esotérico y psicodélico que por suerte escapa al agujero negro que supondría no recibir a 'The Way (The World Goes)', la cual cae en el sacrilegio del rock más enfermizo gracias al rollo Cloud Nothings que gasta, escarbado por nuestro protagonista con sus propias manos hasta afianzarse sobre un punk envuelto en llamas que siente la llamada del más allá, llamada que es pospuesta gracias al buen hacer de 'Withdraw', que se desquita de ese dream-rock malmetido por Hinds, para aferrarse a unos The Parrots, que liderados por un HACHE como tercer miembro, se coronan con un espiritualismo ruidoso que vive de la locura de los riffs venidos de los bajos fondos.
'Jizz Jazz' juega con el miedo infundado de que el jazz se apodere de su espíritu, pero lo disonante del estilo, hace que Thee Oh Sees emerjan como el ave fénix, y la instrumentación sea la encargada de quitarse este sanbenito de encima, dando paso al tema que da nombre al álbum, el cual se apoya en un speech de Bill Hicks hasta que éste es volatilizado como consecuencia de un vertido noise en el que se puede entrever la defensa a ultranza que el turco hace de lo suyo, no cayendo en falsos patriotismos, sino más bien en dar una buena estocada a costa de la pura realidad, esa que no está registrada en ninguna de las sintonías AM/FM que le salen al paso, lo que provoca una dejadez transgresora cuyas miras se centran única y exclusivamente en el 'Tomorrow', tomándose de esta manera un respiro que esclarezca los hechos ocurridos hasta llegar a este punto, rock'n'roll de por medio en continuo increscendo, hecho a su imagen y semejanza.