El cuarteto de Londres, Dry Cleaning, debuta en largo con "New Long Leg", via 4AD, retrayéndonos con él a los tiempos en que sus canciones aparecían por el internet de las cosas y unificaban su sonido entorno a Public Practice, WALL y BODEGA, y sigue siendo así dos años después, con 'Scratchcard Lanyard' vistiéndose con un post-punk que encumbra sus momentos álgidos al micrófono, donde Florence Shaw se empapa de la vida y da rienda suelta a sus pasiones, contenidas estas anteriormente por el que dirán, tiñéndolo todo de un alt-rock que no oculta su satisfación por ello, obra del guitarrsita Thomas Dowse, el bajista Lewis Maynard y el batería Nicholas Buxton, quienes derrochan una introducción psicodélica para darle el protagonismo que merece 'Unsmart Lady', jugando la confianza el papel principal de esta obra, por mucho que florezcan a su alrededor garage y reverberación de manual, truco de magia que evita una discusión en la que a buen seguro iban a salir sus 'Strongs Feelings', total para qué, si todo está muerto, como los 60's de flower power y los 70's de dureza acérrima en los que se quieren esconder.
'Leafy' entrena de cara a la pared, preparándose para una semana santa en la que hay que poner de nuevo una cara sonriente aun cuando lo que te pide el cuerpo es tirarte a esa línea de bajo y dejar que ella decida por uno mismo, relamiéndose ahora las cuerdas de la guitarra en 'Her Hippo' incluso cuando la luz no participa de sus ritmos, momento en el que su creatividad alcanza sus mejores cotas, enfrentándose a ella cara a cara antes de aterrizar sobre el tema que da nombre al álbum, elevando las distorsiones cardíacas al tiempo que se confabulan con un dream-pop de tintes asiáticos, que les hace llenar su espectro de vida, lavado de cara para que la prosa se cargue con las balas de 'John Wick', sacando la vena Royal Blood hasta que todo se vuelve a normalizar, saltando los plomos con 'More Big Birds', dándole a Nicholas el crédito necesario para que haga del tema su fortín particular, devolviendo a la banda de su zona de confort, a lo que ayudan las teclas del piano, experimentación que obtiene su recompensa al hacer 'A.L.C.' acto de presencia, llevándose sus fantasmas a otro lado para tener la vida tranquila que buscan, embebida esta por el gigante que supone 'Every Day Carry', cuyo expresionismo vintage se rebela con una jam session digna del Woodstock del 69 más salvaje.